La economía mexicana acumuló en abril 21 meses seguidos de contracción en su Indicador Coincidente, el registro más prolongado desde la recesión de 2018‑2020, al ubicarse en 99.6 puntos, por debajo de su tendencia de largo plazo, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). El deterioro es resultado de caídas en la actividad industrial, ventas al menudeo y empleo asegurado en el IMSS, con retrocesos de 0.06 %, 0.05 % y 0.08 %, respectivamente.
Aunque el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) mostró un ligero crecimiento de 0.04 % en abril y las importaciones se mantuvieron estables, estos avances resultan insuficientes para revertir la tendencia negativa. Por su parte, el Indicador Adelantado recortó su caída en mayo y alcanzó 99.8 puntos, lo que sugiere una posible estabilización en el corto plazo.
La acumulación de meses negativos incrementa el riesgo de que México entre formalmente en recesión técnica, es decir, dos trimestres consecutivos de decrecimiento del Producto Interno Bruto. Sin embargo, el primer trimestre de 2025 evitó esa condición gracias a un ligero avance en el sector primario.
Especialistas advierten que esta debilidad persistente refleja una desaceleración estructural, lo cual reduce el margen de maniobra para aplicar políticas económicas contracíclicas y aumenta la vulnerabilidad ante choques externos. Además, la prolongada caída impacta en la confianza del consumidor y limita el dinamismo de sectores clave como el comercio y los servicios.
Ante este panorama, analistas recomiendan implementar medidas de estímulo más agresivas y reformas estructurales que reactiven el crecimiento económico. De lo contrario, el ciclo contractivo podría consolidar un periodo recesivo prolongado, con consecuencias adversas para el empleo, los ingresos y el bienestar de las familias mexicanas.
Foto por Cuarto Oscuro