El diario estadounidense The New York Times expresó su total apoyo a las periodistas Natalie Kitroeff y Paulina Villegas luego de las críticas emitidas por la presidenta Claudia Sheinbaum. El texto, titulado “Así es un laboratorio de fentanilo del Cártel de Sinaloa”, se publicó el pasado domingo y detalla el funcionamiento de un laboratorio clandestino en Culiacán presuntamente operado por el Cártel de Sinaloa.
En el artículo, las reporteras describieron cómo presenciaron directamente el proceso de producción del fentanilo en un sitio oculto. Entre las imágenes destacadas, una muestra a un supuesto “cocinero” trabajando en una estufa con utensilios básicos, como ollas, mientras prepara la droga.
Durante su conferencia mañanera, Claudia Sheinbaum calificó el contenido del reportaje como “no muy creíble”.
“Sale una nota que es importante señalar, en donde presuntamente dos reporteras entran a un laboratorio de fentanilo; hoy lo comentábamos en el Gabinete de Seguridad, también lo vamos a presentar aquí, cómo es que se hace la producción de fentanilo, porque no son las fotografías que se muestran ahí”, declaró.
Sheinbaum también subrayó las diferencias entre los procesos de producción de metanfetaminas y fentanilo, señalando que las imágenes presentadas no corresponden a las prácticas reales, según información oficial de Cofepris y la Secretaría de Marina.
A través de su cuenta oficial de X, NYTimes Communications publicó un comunicado reafirmando su postura y la calidad de su investigación:
“The New York Times tiene absoluta confianza en nuestros reportajes sobre la producción y realización de pruebas con fentanilo en México.
Nuestras periodistas pasaron meses investigando la industria del fentanilo, citaron oficialmente a funcionarios y exfuncionarios mexicanos sobre estos temas y documentaron la operación de un laboratorio de fentanilo en Sinaloa. Respaldamos plenamente la reportería”.
El respaldo del New York Times y las declaraciones de Sheinbaum evidencian una disparidad de perspectivas sobre el reportaje. Por un lado, el medio estadounidense defiende la rigurosidad de su investigación; por otro, la mandataria mexicana pone en duda su credibilidad, apelando a datos oficiales.
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