Las redes sociales hoy en día no solo son funcionales para mantenernos al día en todo momento o para interactuar con cualquier persona que se encuentre en algún lugar del planeta; sino también son de mucha ayuda a las personas que por este medio llevan su negocio, ya que crean contenido, lo comparten, difunden e interactúan con los clientes por medio de las redes sociales.
Pero, ¿qué tan dependientes somos de ellas? Una realidad es que nuestro comportamiento ha cambiado drásticamente con los años como un entorno social más, ya que por estos medios se contagia y obtenemos una retroalimentación de la sociedad.
A mi perspectiva, el uso que se le daba antes al internet era una cuestión de distracción y si lo quieren ver desde otra perspectiva sería hasta relajante, las personas buscaban divertirse con algún vídeo o en su caso para salir de nuestras dudas y buscar respuestas desde conocimientos de ortografía, de algún producto, etc.
Hoy en día muchas personas dependen de las redes sociales y son necesarias psicológicamente para sentirse bien, es nuestro medio para interactuar con las personas y a la vez eso nos aleja físicamente de las que tenemos cerca y podemos disfrutar, dejamos de relacionarnos con la familia, amigos, perdemos la habilidad de generar vínculos y hasta a un lado hacemos el trabajo o estudios, según sea el caso.
Evidentemente, nos hacemos hábiles en el ámbito de la tecnología, pero a costa de perder las habilidades sociales y es que hoy, la población más vulnerable son los adolescentes, ya que en esta etapa se enfrentan a la definición de su identidad, crean su propio de sistema de valores y forjan un papel cada vez más decisivo.
Las familias tienen un papel muy importante tanto en la nueva crianza como en el desarrollo de la habilidad social y una obligación en implementar estrategias que nos ayuden a regular que las redes sociales no sean el apoyo primario y después se convierta en un trastorno psicológico.
No se trata de tener en un papel negativo las redes sociales, si no fomentar a las personas a hacer un uso de ellas positivo y con una regulación de tiempo que les dedicamos, que sean una herramienta en todos los aspectos, pero sobre todo que sea una herramienta adicional para nuestro desarrollo personal.