La educación en favor de los Derechos Humanos es una herramienta fundamental para lograr su protección, difusión, respeto y garantía. Tanto educadores como actores políticos e incluso los mismos ciudadanos, tenemos la obligación de comprender por qué es deseable y conveniente incrementar el papel de la educación en Derechos Humanos, del modo más apropiado según las distintas edades, desde la educación formal a nivel primaria y hasta secundaria, cuando menos.
Pero no se educa en derechos humanos a través del modelo discursivo, sino de manera vivencial; es decir, las personas no aprendemos ni transmitimos valores a partir de lo que se nos dice, sino de lo que observamos.
La educación cívica o educación para la ciudadanía, es un enfoque educativo especialmente adecuado al tratar de abordar los Derechos Humanos. La educación en los Derechos Humanos es el primer paso, el más elemental de la educación cívica.
Después, en un segundo momento es necesaria la educación cívica y por último la "educación moral" o formación de cultura. En ese sentido la sociedad puede avanzar en la transmisión y formación de valores considerados positivos por la sociedad.
Lograr una cultura de respeto a la ley y a los derechos humanos es una tarea esencial en toda sociedad libre. Así se apunta a una educación para la ciudadanía en la que la competencia cognitiva es esencial para un ciudadano efectivo, pero en estrecha interacción con la sensibilidad moral.
La educación para la ciudadanía se convierte así en un desafío muy atractivo en el panorama educativo. La participación de los alumnos de modos diversos, la circulación de información, son medios estupendos de iniciación práctica en la vida democrática.
Se pueden distinguir tres niveles en la vida escolar. En primer lugar, estaría la clase, el lugar de explicación, de debate, de intercambios. Después la escuela en su conjunto, lugar donde se aprende a delegar, a representar, a tomar la palabra, a participar en la comunidad escolar. Y, en fin, el ámbito extra-escolar: actividades no obligatorias. Ocupan un lugar especial los deportes de grupo, donde se da un aprendizaje de normas sociales de modo casi inconsciente. Actividades de servicio social, de voluntariado.
Cabe señalar que no es posible hacer un programa universal de educación para la ciudadanía y en Derechos Humanos dada la gran diversidad de variables que entran en juego y a las que habrá que adaptarse.
Contar con una cultura democrática es un requisito fundamental para toda comunidad humana que quiera alcanzar esta dimensión de la educación. Así, la vida de la escuela adquiere un relieve insospechado en tanto que dimensión práctica de esa formación.
Flor de Loto: No conozco una mejor forma de proteger los derechos de una persona, que conciliarlos con los derechos de las demás personas.