Columnas
Con más de 700 mil motocicletas circulando en la CDMX, es urgente preguntarnos: ¿por qué no están sujetas a los mismos controles ambientales que los automóviles? La respuesta no es sencilla, pero la experiencia internacional y los avances locales en materia de seguridad vial nos ofrecen un camino claro y viable. Ciudades como Londres, París, Bogotá y Delhi han demostrado que la inclusión de motocicletas en los programas de verificación vehicular no solo es posible, sino también altamente efectiva.
En Londres, desde 2019, con la implementación de la Zona de Emisiones Ultra Bajas (ULEZ) las motocicletas que no cumplen con los estándares tienen restricciones de circulación. Los resultados son contundentes: una reducción del 36% en emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) y del 44% en partículas finas (PM2.5). Además, se han generado ingresos anuales de £230 millones, que se invierten en transporte público y mejoras ambientales.
En París, la Zona de Bajas Emisiones (ZFE) ha logrado que el 30% de las motocicletas sean eléctricas, reduciendo las emisiones de NOx en un 25%. Los ingresos generados, alrededor de €50 millones anuales, se han destinado a subsidiar la compra de vehículos eléctricos.
En América Latina, Bogotá ha sido pionera. Su programa de verificación vehicular, implementado en 2018, ha reducido las emisiones de CO en un 15% y las de hidrocarburos no quemados en un 10%. Además, ha generado ingresos de $20,000 millones de pesos colombianos, destinados a proyectos de movilidad sostenible.
Y en Delhi, una de las ciudades más contaminadas del mundo, la verificación de motocicletas ha reducido las emisiones de PM2.5 en un 20%, evitando aproximadamente 10 mil casos anuales de enfermedades respiratorias.
La Ciudad de México tiene la oportunidad de aprender de estas experiencias y convertirse en un referente regional. Pero no partimos de cero. En los últimos años, la CDMX ha implementado medidas importantes en materia de seguridad vial para motocicletas, demostrando que la regulación es posible y que los ciudadanos pueden adaptarse a nuevas normas cuando estas buscan el bien común.
La propuesta es clara:
1) Incluir a las motocicletas en el Hoy No Circula. 2) Ofrecer incentivos económicos para la compra de motocicletas eléctricas, como subsidios y programas de chatarrización. 3) Educar y concientizar a la población sobre los beneficios de la verificación y las alternativas de movilidad sostenible. 4) Instalar puntos de recarga eléctrica para motos en puntos estratégicos de la ciudad.
Los beneficios serían múltiples: una reducción del 25% en emisiones de CO y NOx, una disminución del 20% en partículas finas, y una mejora significativa en la calidad del aire. Además, se generarían ingresos que podrían destinarse a proyectos de movilidad sostenible y salud pública.
No hacerlo tiene un precio. Según el IMSS, las enfermedades respiratorias relacionadas con la contaminación cuestan al sistema de salud más de $600 millones de pesos anuales. Además, la falta de regulación incentiva el uso de motocicletas altamente contaminantes, que contribuyen al deterioro ambiental y a la crisis climática.
La jefa de Gobierno, Clara Brugada tiene en sus manos la oportunidad de incluir a las motocicletas en el programa de verificación vehicular, una medida necesaria y una estrategia inteligente que combina beneficios ambientales, económicos y sociales. Nuestros pulmones se lo agradecerán.
ENTRE GITANOS.
EL CONGRESO VS AUSENTISMO
En el Congreso de la CDMX siguen sin tomar medidas para combatir el ausentismo de varios funcionarios de estructura, propuestos por los mismos diputados. Se sienten influyentes y con el argumento de que “su diputada(o)” les encarga otras tareas, simplemente brillan por su ausencia. El colmo, es que circula una imagen de un funcionario presumiendo en sus redes sociales un viaje a Cancún, en días de trabajo. Y lo peor, es que dicen ser de la 4T.
*Especialista en Ciencia Política y Gobierno.
avilezraul@hotmail.com