Por muchísimo tiempo se creyó que solo era un personaje ficticio, pero documentos aparecidos a principio de este siglo revelaron una verdad inesperada.
En 1831, Víctor Hugo, se convirtió en toda una celebridad tras la publicación de su novela Nuestra Señora de París. De aquella historia, compuesta por once libros, un personaje por sobre todos ha quedado para siempre en la imaginación colectiva: Quasimodo.
La popularidad de Quasimodo, un jorobado sordo, es el corazón de esta obra, uno de los clásicos del romanticismo.
Cuando Disney llevó su versión animada al cine decidió llamarlo El Jorobado de Notre Dame, a partir de allí, cuando se piensa en la catedral parisina es imposible no asociarla al personaje.
Por mucho tiempo, se consideró al Jorobado como una creación de Víctor Hugo, hasta que a principio de este siglo, la galería Tate de Londres dio a conocer un archivo perteneciente a su acervo, en el que revelaba por primera vez que hubo, en la época de Víctor Hugo, un jorobado que trabajó como carpintero en Notre Dame.
Una vez comprobada la existencia de un Jorobado, la siguiente pregunta para los investigadores fue: ¿Pudo Víctor Hugo llegar a conocerlo?
La contratación de toda la cuadrilla de trabajadores no fue azarosa, la catedral había sufrido graves daños durante la fase más radical de la revolución francesa a finales del siglo anterior y el proyecto de restauración de entonces no estuvo exento de polémicas. Una de las personas interesadas en participar en el proyecto fue, justamente Víctor Hugo. El poeta y novelista alzó la voz con el nuevo diseño, ya que él junto al grupo de notables pretendían un estilo más cercano al gótico.
Se podría decir que en ese momento Víctor Hugo conoció al personaje que hoy llamamos el Jorobado de Notre Dame.
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