Algunos dicen que el poder es la droga más poderosa que existe, que una vez que alguien tiene poder desean conservarlo. Otros ven al poder como un virus que infecta el corazón de mujeres y hombres, pocos poseen anticuerpos. Los niños son inmunes al poder hasta la adolescencia.
Como la política y la comedia se asemejan. En la lucha por el poder, vemos el espectáculo de personas normales, con preparación técnica o académica, hacer lo que sea por ganar votos o como ahora ganar encuestas. Cargan niños, besan ancianos, comen en sitios populares, tocan instrumentos, algunas, hasta se casan. Todo para demostrar cercanía y empatía con el pueblo que quieren representar.
En una caricatura de los años setenta, parece de la WB, un personaje era picado por el gusanillo del juego. El piquete de este bicho provocaba a su víctima el incontrolable deseo de apostar en juegos de azar. Perdía y los castigos eran cada vez más severos.
¿Me preguntó que bicho les picó a los doctores Hugo López-Gatell y José Antonio Rodríguez, para hacer a un lado la noble profesión de la medicina e inscribirse en la disputa de la coordinación estatal de defensa de la Cuarta Transformación en la CDMX y Puebla, respectivamente? ¿Para qué meterse con bata blanca a las patas de los caballos? La respuesta es simple. Están infectados por el virus del poder.
Durante la epidemia de COVID, Hugo López-Gatell y José Antonio Rodríguez, tuvieron papeles destacados. Uno a nivel nacional y el otro en Puebla.
Por supuesto que pueden participar, son ciudadanos con plenos derechos y muy conocidos en sus entidades, pero de ahí a pensar que pueden dar el brinco con éxito a la política, ya es otra cosa.
Desde ahora, anticipo que José Antonio Rodríguez no tiene una sola oportunidad de ser el coordinador estatal de la defensa de la cuarta transformación en Puebla. Sólo se dio el “quemón” de su vida.
A unas horas de que cierre el registro para aspirantes a coordinadores de defensa de la cuarta transformación en la CDMX, la lista incluye a Clara Brugada, política de izquierda de toda la vida; a Omar García Harfuch, policía, especialista en seguridad, sin ninguna experiencia en la política; eso sí muy guapo y con éxito entre la población femenina de la capital; a Hugo López-Gatell, una de las figuras más queridas y también odiadas de la 4T, estudió para investigador, pero ahora quiere ser político; así como, probablemente a Mario Delgado, Presidente Nacional de Morena y en dos ocasiones, aspirante al gobierno de la capital, que en las próximas horas definirá si participa o no, en el proceso.
El gusanillo del poder está suelto. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.