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Gracias Centro Naam

Gracias Centro Naam

Columnas miércoles 28 de agosto de 2024 -

Hace algunas ediciones les escribí sobre la Ensalada Bistrot del restaurante Cluny y lo que representa en mi vida foodie, pero más aún en mi vida espiritual. Esta ensalada representó, durante algunos años, el delicioso cierre de mis tardes de apapacho, la tarde de la semana en la que, después de mi día laboral, me regalaba un espacio de meditación y una cena conmigo misma. Todo en un mismo espacio para el alma, y en un mismo espacio para el corazón. Hoy esto cambia.

Hoy escribo con el corazón un poco apachurrado, pero el alma llena de agradecimiento. Hoy escribo con lágrimas en los ojos, pero con el espíritu agrandado. Hoy escribo con sentimientos encontrados para con la tecnología, la misma que con su algoritmo me trajo a este maravilloso espacio, pero que hoy hace que dada la poca participación in situ, mi querido centro Naam cierre sus puertas después de 15 años de acompañar la espiritualidad de tantos y de cambiarnos la vida a unos cuantos más.

Los que me conocen saben que soy un ser en constante movimiento. Los que me conocen saben que disfruto del cambio y me ilusiona lo que trae este a mi vida. Y los que me conocen también saben que, entre toda la energía que fluye en mi existir, la rutina y mi gente son mi constante de paz. Los que me conocen, saben que para mí, el contacto personal, cercano y presente, me hace conectar de manera más íntima, más real, más humana.

Conocí la meditación por sugerencia de mi terapeuta, quien si bien es quien acompaña mi crecimiento emocional, vio la oportunidad de bajar las revoluciones de una mente inquieta y ansiosa y mostrarle este bello mundo del autoconocimiento a partir de la cercanía a uno mismo, al universo y al ser supremo.

Fue en Centro Naam donde aprendí a callar ese ruido que a veces sofoca, para encontrar maravillosa paz en mi ser. Fue en Centro Naam, donde de la mano de maestros maravillosos y amorosos, descubrí que cualquier escenario de la mente es fugaz, si permitimos a nuestra espiritualidad hablarnos al oído y tocarnos el corazón. Fue en Centro Naam donde aprendí la importancia de mis minutos diarios de agradecimiento, capaces de resetear mi mente y regalarle esa benevolencia de silencio y tranquilidad. Fue en Centro Naam donde descubrí que en nuestro ser tenemos todas las herramientas para disfrutar de cada instante que la vida nos presenta, incluso como estos, con todo y su nostalgia.

Hoy, sin quererlo ni pensarlo, mi tarde de apapacho termina como la conozco y con ello mi ensalada sabe un poco amarga. Y es que como amantes del buen comer, sabemos que las emociones cambian nuestros platillos y definen también sus sabores (sobra recordar varios grandes pasajes de uno de mis libros favoritos “Como Agua para Chocolate”). Y también, como psicóloga que soy, sé que pronto la resiliencia aparecerá, pero que hoy es necesario dejar que la tristeza haga su labor sanadora.

Gracias Luis y Rina por cuidar de nuestro espacio tantos años con amor y dedicación. Gracias a mis queridos maestros por sus valiosísimas enseñanzas y su entusiasmo que contagia, puntualmente a mi querida Eri Montero, cuya pasión y amor por compartir su amplio conocimiento, hacía de sus clases un espacio mágico de energía y conexión. Gracias a mis compañeros de clase, especialmente a Marussy y Francisco, con quienes la energía del lugar también tomaba esa atmósfera de calidez.

Hoy, saboreo las gomitas que Cluny tiene por tradición compartir a sus comensales al traer la cuenta, como esa caricia dulce al triste corazón. Hoy también reitero mi agradecimiento a su personal que cada Martes sabía lo que ordenaba y con gusto siempre me atendió (especialmente a Mario, el hoy gerente del Bar Cluny, que siempre estuvo atento y amable a mi servicio). No es un adiós, volveré por mi ensalada de vez en vez.

Se que la vida, maravillosa como es, hará de las suyas para ponerme en el espacio correcto para seguir en mi trabajo de autoconocimiento, crecimiento y conexión. Se que la vida, maravillosa como es, bendecirá el camino nuevo que emprendamos. A todos mis queridos lectores, deseo que la vida les tenga también un espacio de paz como este, lleno de amor, conexión y crecimiento. Gracias Centro Naam por tanto.

Shanti, shanti, shanti.


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/CR

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