Por lo menos en el vox populi Aeroméxico y Famsa, en pocas palabras, se encuentran en bancarrota, en el hoyo, out, fuera de base y en una insalvable complicación. Nada más incorrecto, nada de eso, quizá cercano o en camino, pero completamente impreciso. Había que decirlo.
Es necesario aclararlo porque las fake news o la información sesgada, incompleta o falsa conlleva implicaciones muy negativas para los más vulnerables de la historia de toda empresa: los empleados, clientes y proveedores.
Malas señales para los que apostaron su trabajo, dinero, capacitación y sustento en un negocio en riesgo; del cual comienzan a absorber versiones por los medios y los corrillos de pasillo –como dice mi vecina, el cornudo es el último en enterarse-.
Aeroméxico se acogió al Capítulo 11 de Estados Unidos que constituye una herramienta para iniciar un proceso de reestructura; en particular financiera, de sus pasivos (deudas) y los acuerdos que tienen con sus acreedores (a los que les deben). Se trata de un proceso normal en tiempos de crisis (y ésta, la del Covid-19, es ya la madre de todas) al que muchos acuden para ganar tiempo y poder reacomodar sus piezas.
Es una gestión de riesgos oficial. Pero, en problemas graves estarán de manera abierta si llegan a solicitar su inscripción al Capítulo 7, ese sí, el de las quiebras. Llegar a esa instancia significa el fin para la empresa. Pero aún tiene oxígeno.
En el caso de Banco Famsa, el asunto va por otro lado. El sistema financiero en México aún tiene recursos para sortear e incluso sanar la crisis que, hasta ahora, ha salido del imaginario de cualquiera. A este banco regiomontano le fue revocada la licencia para operar, lo cerraron. La principal causa, sumó un número mayor, al que podía respaldar con capital, de clientes de crédito. Así de fácil.
La historia de las quiebras se escribe a parte y con otra tinta. Sin robar crédito (de pluma, por supuesto) es interesante rescatar un trabajo de Fontanella-Khan y Rennison, para The Financial Times, en donde señalan que el ritmo de declaratorias de quiebras en Estados Unidos es ya histórico en los últimos meses.
Imaginen, nosotros confundidos por dos empresas, en EU ya suman más de 3 mil 400 solicitudes de protección para la restructuración (Capítulo 11) de igual número de empresas.
Entre éstas, ya les decía en la entrega pasada, la de Cirque du Soleil, el grupo de alquiler de automóviles Hertz y el pionero Chesspeake (streeming).
A lo que suman otras dificultades corporativas, se lee en el artículo que en serios problemas están los mercados de capitales. De acuerdo con S&P Global Ratings, la cantidad de compañías que no cumplieron con el pago de su deuda en lo que va del año ya supera todo 2019. El recuento de 119 impagos lo encabeza EU, con 78 de ellos. Y como limón en la herida, no hay que olvidar que 8,614 empresas se declararon en bancarrota durante la crisis financiera de 2008, cifra que aumentó a 12 mil 644 para 2009. Y en el crack del 29, un país completo apunto estuvo, pero se quedó en el Capítulo 11.