Este jueves muy temprano todos los analistas tenían en la mira un aumento de la tasa de interés de referencia en una magnitud de 25 puntos base; la encuesta más reciente de analistas consultados por Citibanamex, que se ha vuelto una especie de “Oráculo” así lo consignaba también.
Teóricamente la decisión de había tomado en el banco central mexicano desde ayer por la tarde; sin embargo, algo sucedió entre las 18 horas del miércoles 8 de febrero y las 13 horas del jueves 9, de modo que Banxico infringió al mercado una sorpresa mayúscula.
En lugar de que se decretara un aumento de 25 puntos base en la tasa de referencia tal como lo esperaba el consenso, la Junta de Gobierno del Banco de México decidió, además de forma unánime, incrementar este indicador en 50 puntos base, para colocarlo en un nivel histórico de 11 por ciento (histórico porque nunca había llegado a dicho nivel desde que Banxico utiliza la tasa de referencia como herramienta de política monetaria, no porque nunca en la historia de México se hayan registrado tasas en esos rangos).
Lo que sucedió en realidad es, también, de sobra conocido, lo que está por verse es la serie de consecuencias que esto provocará.
Muy temprano este jueves, seis horas antes de que se conociera la decisión de Banxico (cabe la posibilidad de que en esta ocasión la junta del banco central se pospusiera para la mañana del jueves), el INEGI informó que la tasa de inflación durante junio alcanzó niveles de 7.91 por ciento a tasa anual, arriba del 7.82 por ciento que registró en diciembre.
Pero si la inflación general subió, la llamada inflación subyacente, esa que no considera los precios volátiles para no alterar las mediciones, se disparó a 8.45 por ciento anual, mostrando signos de descontrol que seguramente dispararon las alarmas en la institución monetaria, así como en todos los mercados.
En este sentido, el Banco de México hizo lo correcto, incrementó no en 25 sino en 50 puntos base la tasa de referencia para contrarrestar la inflación presente y futura, las cifras muestran con toda contundencia que las presiones en los precios generales se mantienen, incluso tienden a la alza, en otras palabras las expectativas de inflación no ceden a pesar de que se supone estamos en medio de un pacto, acuerdo o como se le quiera llamar, para mantener a raya los precios, además de los subsidios del gobierno federal a los precios de las gasolinas, con el fin de evitar repuntes inflacionarios por este lado.
Banxico no tenía muchas más opciones con la tasa de inflación en los niveles en los que salieron; el banco central tuvo que tomar una decisión complicada y decretar un aumento superior a las expectativas de los mercados.
Por supuesto que con esta acción nuestro banco central muestra autonomía y manda la señal de que su lucha contra la inflación, en pos de su mandato, es decir la preservación del poder adquisitivo de la moneda, va en serio.
Evidentemente toda acción en materia de política monetaria tiene consecuencias, el que parece inminente es un descenso en la actividad económica, la llamada desaceleración, que bien podría convertirse en recesión si en Estados Unidos también se profundiza la caída del dinamismo económico, que previsiblemente también se convertiría en un periodo recesivo hacia la segunda mitad del año en curso.
La mala noticia es evidentemente este repunte inflacionario, que en ocasiones parece tomar forma de repunte descontrolado en los precios.
La tasa de inflación subyacente, que alcanzó 8.45 por ciento anual, es para preocupar, no solamente porque volvió a repuntar, ligeramente pero lo hizo, de 8.35 a 8.45 por ciento, sino porque no cede a lo largo de los meses.
El mercado percibe que los precios están intensas presiones, y que las acciones tomadas para mantener el control sobre la inflación han sido insuficientes para no solamente mantenerlo bajo control sino incluso encauzarla a la baja en forma permanente.
En este sentido incluso el desempeño observado entre México y Estados Unidos en materia de inflación es diferente, algo que empieza a jugar en contra de nuestro país.
En resumen, el Banco de México hace su tarea incluso contra las presiones gubernamentales (como sabemos al alza de tasas ha sido criticado fuertemente por el gobierno federal); para ello debe tomar decisiones duras, impopulares, pero no se fija en eso sino en lo que es su mandato, y para ello toma decisiones como la de este jueves.
La mala noticia es que la inflación no cede, se ha contenido y seguramente tuvo que ver el incremento ya acumulado de 700 puntos base desde que se inició el ciclo alcista en el mercado, pero no muestra signos de enfilarse a otros niveles inferiores, cuando menos no en el corto plazo.
Este 2023 también luce complicado, con noticias no tan favorables.