Seguro estoy que las poderosas empresas transnacionales y nacionales que producen medicamentos, cosméticos, alimentos, comida procesada (chatarra) y plaguicidas tóxicos convencieron a Vicente Fox Quesada de crear la Comisión Federal para la Prevención contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), tratando de emular a la FDA (Food and Drug Administration) dizque para proteger nuestra salud. Parecía buena idea. Pero la realidad fue muy diferente. Existe una gigantesca diferencia entre ambas. Aunque también, a mi juicio, la FDA también obedece a los intereses empresariales.
La Cofepris nace orientada y copada por intereses empresariales. Independientemente que nuestras normas oficiales mexicanas favorecen y protegen a las empresas, precisamente porque las dependencias del gobierno federal siempre han sido complacientes por no decir cómplices de los empresarios. Un ejemplo de lo que estoy señalando es que en casi todos los grupos de trabajo para la creación de las normas oficiales mexicanas nunca hemos sido convocados las OSC (organismos de la sociedad civil) expertas en cada tema, a pesar de que la Ley Nacional de Metrología y Normalización y ahora la nueva Ley de la Infraestructura de la Calidad así lo exigen.
Otra de las razones de la ineficiencia de esta Cofepris es su tamaño. Carece de laboratorios toxicológicos que le permita verificar lo que las empresas presentan como evidencia de baja o nula toxicidad de sus productos. Tampoco cuenta con inspectores que visiten las empresas para verificar en campo la realidad del control de calidad en la producción y formulación de todo lo que consumimos.
Tampoco cuenta con los recursos necesarios para realizar estudios toxicológicos en grupos de miles de mexicanos de diferentes edades sobre el comportamiento de su salud a lo largo de 10, 15 o 20 años. No tiene ningún control de vigilancia del uso que dicen darle los fabricantes a más de 4,700 “aditivos alimenticios”. Al revisar una de muchas normas oficiales mexicanas, como la NOM-247-SSA1-2008, “Productos y servicios. Cereales y sus productos. Cereales, harinas de cereales, sémolas o semolinas. Alimentos a base de: cereales, semillas comestibles, de harinas, sémolas o semolinas o sus mezclas. Productos de panificación. Disposiciones y especificaciones sanitarias y nutrimentales. Métodos de prueba”. La primera ilegalidad es que al grupo de trabajo para crear esta importante norma no fuimos convocados las OSC ni tampoco la academia. Solo los mismos fabricantes o sea los interesados, pero nadie que defendiera la salud de los mexicanos.
*Carlos Alvarez Flores. Experto en gestión de residuos y cambio climático. Presidente de México, Comunicación y Ambiente, A.C. www.carlosalvarezflores.com y Twitter @calvarezflores