La gentrificación se ha convertido en un fenómeno creciente en la Ciudad de México que ha encendido alarmas entre residentes, urbanistas y autoridades. Este proceso, que implica el desplazamiento de comunidades por el encarecimiento de zonas previamente populares, afecta cada vez a más colonias en la capital del país.
De acuerdo con expertos, la gentrificación ocurre cuando sectores tradicionales comienzan a atraer inversiones, nuevos residentes de mayores ingresos y comercios exclusivos, provocando un aumento en los precios del suelo y las rentas. Como resultado, los habitantes originales enfrentan dificultades para mantenerse en sus barrios de toda la vida, generando un cambio drástico en el tejido social y cultural.
El fenómeno no es nuevo, pero ha cobrado fuerza especialmente en colonias como la Juárez, Roma, Condesa, Santa María la Ribera, Narvarte y San Rafael. En estos lugares, los precios de la vivienda y servicios han subido considerablemente, mientras que espacios comerciales tradicionales han sido reemplazados por cafeterías gourmet, boutiques y departamentos de lujo.
Especialistas en urbanismo y desarrollo social advierten que la gentrificación en CDMX tiene impactos tanto económicos como identitarios. “La pérdida de arraigo comunitario, la exclusión de sectores vulnerables y la homogenización del espacio urbano son algunas de las principales consecuencias”, señaló Jorge Rocha, urbanista e investigador.
Además del incremento en la vivienda, también se reportan cambios en los usos del suelo, presión sobre servicios públicos e incluso transformaciones en la seguridad de las zonas. En algunos casos, los vecinos antiguos denuncian sentirse "extraños" en sus propios barrios, donde el nuevo perfil demográfico y comercial ha cambiado completamente el ambiente.
Las plataformas de alojamiento temporal como Airbnb, la inversión extranjera, y el crecimiento del llamado "turismo residencial" son señalados como factores que aceleran este proceso, especialmente en zonas céntricas y con alto valor patrimonial.
Ante esta situación, vecinos organizados han impulsado foros, protestas y propuestas legislativas para frenar los efectos negativos de la gentrificación y proteger el derecho a la ciudad. Sin embargo, los avances han sido limitados frente a un mercado inmobiliario cada vez más dinámico y poco regulado.
Este fenómeno plantea un reto urgente para las políticas públicas de vivienda y planeación urbana en la capital del país. La discusión ya está sobre la mesa, pero el reto será equilibrar el desarrollo económico con la justicia social y el respeto por las comunidades originarias.