Adriana Moreno Cordero
En la cuenta regresiva a las elecciones del próximo domingo, se ha creado una gran expectativa en torno a si el partido oficial, Morena, podrá conservar la mayoría que tiene en la Cámara de Diputados federal, que se convirtió en “la joya de la corona” de estos comicios que marcarán un antes y un después en la historia de las elecciones en México.
Guardada toda proporción, hay que señalar que los comicios del domingo han despertado mayor interés que los del 2018. Baste con observar en los últimos días, la manera en que se ha incrementado la convocatoria a ejercer el voto, preferentemente por las “benditas redes sociales” e incluso, en diversas calles de la Ciudad de México se puede observar propaganda impresa en volantes, a veces mojados por la lluvia, en los que se pide no olvidar salir a votar el próximo domingo y vencer la indiferencia o hasta el miedo porque estas son las elecciones más violentas.
En los comicios presidenciales de julio del 2018, en las que además de presidente de la República y representantes al Congreso de la Unión, se eligieron 8 gubernaturas así como la jefatura del Gobierno de la Ciudad de México, se reportó una participación de alrededor del 62%, lo que se traduce en un abstencionismo casi del 40%.
Muchos de los votantes esa vez, sufragaron con la esperanza de un país mejor que a la fecha, el partido mayoritario no ha podido o más bien, no ha querido cumplir, así que la atención está en qué proporción tendrá el voto de la decepción.
A lo anterior hay que anotar que estos comicios son inéditos, ya que se realizarán en medio de la pandemia de Covid-19 cuyo fin aún está lejano y que esta llamada cuarta transformación, aprovechó para beneficiarse electoralmente y para muestra, están diversos candidatos y el mismo partido oficial, que promocionaron que México tenía vacunas, gracias a que ellos las habían conseguido.
Tanto en las filas de la militancia como en la cúpula de Morena, hay intranquilidad por los reportes en el sentido de que no podrán obtener la tan ansiada mayoría calificada, lo que le permitiría cumplir con el objetivo de poner a disposición de Palacio Nacional la Constitución para hacer cambios a modo, así como desaparecer los órganos autónomos y al Instituto Nacional Electoral, (INE), que, -no sobra subrayarlo-, cumplirá a cabalidad con su papel de árbitro electoral.
De cualquier manera, algo ganaría Morena y no podría despreciar pues con todo y sus aliados, se quedaría con la mayoría simple, lo que desde luego le permitiría cierto margen de maniobra.
Por eso, resulta criticable el nivel de polarización al que mucho ha abonado Morena, que prevalece a días de las elecciones del próximo domingo y que es, en cierta medida, la calma que precede a la tempestad.
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