Entre la avalancha de noticias que diariamente nos cae encima, que tal vez incluso parece más monumental debido a la cuarentena, hay muchas que no se procesan lo suficiente, a veces porque el foco de atención está debidamente puesto en la pandemia, su evolución y el análisis del futuro que nos depara su presencia; a veces porque el foco de atención parece deliberadamente desviado por intereses políticos que nunca descansan y que nunca han conocido, ni conocerán, algo parecido a la pausa y a la sana distancia.
Lo cierto es que, en las dos últimas semanas, no se ha dado suficiente cobertura analítica a los impresionantes resultados del trabajo de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), que encabeza el doctor Santiago Nieto Castillo, y a la que la Fiscalía General de la República no puede seguirle el paso.
La UIF ha congelado miles de cuentas relacionadas con el Cártel Jalisco Nueva Generación, en lo que ya puede considerarse uno de los golpes financieros más importantes en la triste y larga historia mexicana en la lucha contra el narcotráfico. Los resultados que arroja el trabajo de la Unidad son relevantísimos, no sólo por los montos congelados, sino también por que abren la posibilidad de comprobar que la estrategia seguida en los años anteriores, con todo y el viejo sistema de justicia operando al tope con todos sus vicios como lo quisiera la FGR, dando grandes golpes mediáticos, con montajes de detenciones hechizas, en las que se exponía ante los medios de comunicación a temibles delincuentes detenidos al pie de heroicos e imponentes aviones Hércules o helicópteros Black Hawk, siempre estuvo destinada al fracaso.
La UIF está inaugurando una forma de combatir al crimen organizado que resulta novedosa y también refrescante a los ojos de la sociedad mexicana, porque al congelar miles de millones de pesos ese dinero no podrá convertirse en balas, en vehículos, en campos de entrenamiento y, por lo mismo, lo que es más importante, en sangre en las calles, barrios y colonias de nuestras comunidades.
Por si fuera poco, esta misma semana, la UIF tocó por primera vez las finanzas de una de las actividades comerciales más acostumbradas a la penumbra en México: la liga que organiza a los equipos de futbol profesional.
Por años, en público y en privado, las operaciones de esas empresas multimillonarias dedicadas al espectáculo más popular del país, han estado bajo sospecha por múltiples razones: el manejo discrecional de los jugadores, sus presentes y futuros, como si fueran bestias de carga; la imposibilidad de que los mismos se defiendan de las arbitrariedades, particularmente de los resultados de la aplicación del llamado pacto de caballeros, de dudosa legitimidad jurídica y moral.
Santiago Nieto es el encargado de la otra pandemia que nos asola, cuya dinámica aún desconocemos a pesar de cohabitar con ella por tantas décadas. Ojalá que al igual que ha sucedido con el doctor López-Gatell, el trabajo del epidemiólogo de la corrupción, el doctor Nieto, sea liberado de los lastres y topes que, incluso desde las instituciones, se le quieren imponer.