Antes de redactar los fragmentos de esta columna no había un posicionamiento oficial sobre la renuncia del consejero jurídico de la presidencia, Julio Scherer. Sin embargo, los titulares de la prensa nacional dan por un hecho la salida que se dio en medio de una serie de movimientos que realizó el mandatario, Andrés Manuel López Obrador.
En esa lingüística aún no oficial– trascendió como polvareda; si bien no han versiones de fricciones ni un incidente que hubiera detonado el hecho, parece que esto obedece a una salida negociada de Olga Sánchez Cordero con quien, se rumoraba, había conflicto de intereses al menos en la toma de decisiones.
Desde que inició la administración del presidente López Obrador, Julio Scherer fue uno de sus principales operadores en temas de interés político; debido a su cercanía con distintos sectores de la ciudadanía fue un referente y un puente de enlace con la presidencia, inclusive, con los inversionistas del país.
Esa viabilidad abrió la puerta a muchos acuerdos y consensos con el presidente López Obrador que, desde hace años, confía en él. No obstante, dado que en el segundo periodo de gobierno hubo muchos cambios, la pregunta es si: ¿eso obedece a una salida negociada de la extitular de gobernación? Puede ser que, en medio de esa revuelta, el consejero jurídico se enfrentó a los daños colaterales de la salida de Olga de Bucareli.
Al segundo periodo de la llamada Cuarta Transformación el consejero jurídico de la presidencia pudo llegar desgastado. Esa es la lógica que predomina en los fragmentos de esta columna; no encuentro explicación en lo político más que una decisión negociada.
Fue sorprendente. Es evidente que quedará un vacío enorme más allá de las funciones administrativas que realizaba Scherer; él, en general, alcanzó una solidez como operador político. Por ello, este ajuste lograría mermar el inicio del segundo periodo, aunque, también, ratifica las conjeturas que difundió muchas veces la prensa sobre la relación entre la consejería jurídica y la secretaría de gobernación.
Ese antagonismo se puede resumir en dos aspectos fundamentales: Olga Sánchez Cordero no fue dotada con toda la capacidad de respuesta y negociación y, si, fue sometida a la injerencia de funcionarios de gobierno lo que ocasionó una ruptura.
Otra, lograría radicar en el fracaso tanto de Sánchez Cordero como de Scherer en la operación de buscar solución inmediata al periodo extraordinario para la Revocación de Mandato al que, hace poco, fueron comisionados desde Palacio Nacional.
Habiendo fracasado, ambos pagaron un alto costo con su partida. Puede ser. Una salida anunciada como consecuencia de haber fracasado.
Post político
A uno de los principales presidenciables de Morena no le urge precipitarse en el tema electoral. Camina despacio pero contundentemente avanza. Amplios sectores de la población y grupos al interior del seno de Regeneración Nacional respaldan su liderazgo; asimismo, prácticamente todas las fuerzas políticas reconocen su potencial a favor del desarrollo en distintas materias, sobre todo la legislativa.
El salto a la candidatura de Morena está en la mira de Ricardo Monreal. Él mismo reconoció en una entrevista que, aún, es prematuro; sin embargo, estará puntual. De ese modo, el coordinador de los Senadores de Morena es, en los hechos, una carta potencialmente competitiva que puede canalizar perfectamente a los cuadros y referentes en el seno morenista, lo mismo, a la población en general porque no solo ha convivido muy de cerca, sino atiende las demandas desde hace más de 30 años en un trabajo paralelo con el presidente Obrador con el que tiene una relación cercana.
Finalmente ha demostrado capacidad, liderazgo. Su imagen como referente del Senado de la República va en ascenso; y en la medida que el tiempo avance, no tengo la menor duda que estará puntual en la cita con Morena como una alternativa sólida.