La travesura de MBS

¡Vaya diablura la de Mohamed bin Salman (MBS)! El pasado cuatro de octubre llegó a un acuerdo con Rusia para reducir la producción petrolera. Lo hizo a un mes de celebrarse las elecciones de término medio en Estados Unidos, con el invierno a las puertas en el hemisferio norte y en medio de una feroz crisis energética. Estados Unidos se siente traicionado. A lo largo de los últimos meses, Washington había jugado fuerte para forzar a la baja el precio del crudo, poniendo en circulación casi 190 millones de barriles de sus reservas estratégicas, dejándolas así en su nivel más bajo desde 1984. Con ese propósito Biden se tragó un sapo y visitó a MBS con una alegría forzada para tratar de reconciliarse con él. Pocos meses ante había prometido convertir en un paria internacional al tremendo príncipe quien, según la CIA, estuvo detrás del descuartizamiento en Estambul del periodista Jamal Khashoggi.

El gobierno saudita ha aclarado: el recorte en la producción se debe exclusivamente a criterios económicos puntuales y sectoriales y la defensa legítima de nuestros intereses no debe ser vista como el alineamiento en uno u otro bando de una guerra ajena. El precio del barril de petróleo llevaba varias semanas de descenso y estaba a punto de retroceder hasta los 80 dólares, un nivel inaceptable para Arabía. Además, MBS no está casado con Putin. La semana pasada su gobierno anunció la donación de cuatrocientos millones de dólares en ayuda humanitaria a Ucrania. Pero Washington se lo tomó a mal e interpretó la medida como una señal de apoyo árabe a Rusia en la guerra de Ucrania.

Según fuentes cercanas a MBS, Biden había solicitado aguantar el recorte hasta después de celebradas las elecciones de noviembre. No hubiese sido la primera vez. Riad le ha hecho favores antes a los presidentes norteamericanos. Pero esta histórica alianza se ha enrarecido a causa de la política crecientemente errática (durante las últimas dos décadas) de Estados Unidos en Medio Oriente. La situación ha empeorado con Biden y no solo por su antipatía personal hacia MBS. También congeló la venta de cazas de combate F-35 a Emiratos y de armamento adicional a Riad y eliminó a los hutíes (enemigos mortales de Arabia en Yemen) de la lista de organizaciones terroristas.

La guerra en Ucrania ha supuesto un golpe de realidad para Washington en su relación con los hombres fuertes de Medio Oriente. Emiratos y Arabia Saudita han optado por reforzar sus relaciones con otras potencias para consolidar su autonomía estratégica. Y mientras Estados Unidos no tenga la capacidad de determinar por sí mismo los precios del petróleo y dependa de los sauditas para hacerlo las necesidades de la Realpolitik seguirán imponiéndose a las buenas intenciones.