Por más esfuerzos que hacen las autoridades para manejar las estadísticas en aras de demostrar una reducción en la incidencia delictiva, la violencia no para.
Lo mismo Zacatecas que Guerrero, Michoacán, Sonora, Veracruz, EdoMex o Guanajuato, el crimen no da tregua a la ciudadanía, la que padece los efectos de la violencia que genera el crimen organizado mediante las masacres, los enfrentamientos entre grupos rivales o, la de corte político -nueva estrategia de la delincuencia-, que se ha extendido por todo el país, segando la vida de candidatos, servidores públicos y legisladores. El gremio periodístico también ha sufrido esos ataques, como las fuerzas armadas, los policías, jefes policiales, ediles, síndicos, madres buscadoras y los jueces.
En Zacatecas, los criminales atentaron arteramente contra un general y un togado. En Oaxaca, a un alcalde amenazado, la delincuencia organizada, le secuestró a su familia completa.
Pero lo mismo, la delincuencia común afrenta a la sociedad, como en Veracruz, donde una joven madre -con ocho meses de embarazo-, que con el engaño de regalarle ropa para su hija, fue secuestrada, asesinada y extraído el producto. O la progenitora de tres niñas, mandada matar, a mansalva, por su ex marido por un problema de custodia en la CDMX. También cimbró a la opinión publica el asesinato a sangre fría de una persona de la tercera edad frente a su hija, luego de que cambió 200 mil pesos por dólares en una casa de cambio del AICM.
En Guanajuato, un vendedor ambulante, seguramente por negarse a pagar el derecho de piso, fue asesinado por un sicario a balazos, en la vía pública y frente a adultos y niños, mientras un cómplice grababa la ejecución. Nadie está exento de ser víctima de hechos sangrientos. Lo mismo los clientes de bares o restaurantes, que empresarios que salen de los bancos o los pasajeros del transporte público cuando son asaltados o se resisten a entregar sus pertenencias. La violencia intrafamiliar o los feminicidios son otra constante. Diez mujeres son asesinadas todos los días en México, y una de cada tres niñas o adultas son violentadas al menos una vez en su vida. La cultura patriarcal -institucionalización del dominio masculino sobre todo lo demás- propicia la violencia hacia las mujeres o los menores. Más de nueve mil niños, niñas o adolescentes han sido asesinados en los últimos cuatro años.
Frente a ese panorama, no se han establecido políticas públicas efectivas que combatan la violencia en cualquiera de sus formas. En esta administración se han registrado 137 mil homicidios dolosos, la tercera parte de la población femenina sufre de violencia familiar, cuyo extremo son los feminicidios. Aunque en periodos electorales se presentan picos en la violencia política, no es menos preocupante que en 2022, sin comicios, se hayan registrado 400 eventos de este tipo de violencia.
El reto es enorme, no solo es controlar al crimen organizado, es la reestructuración de los valores sociales, aspirar a una masculinidad positiva, que propicie el respeto permanente hacia las mujeres. Solo así parará la violencia.
Apostilla: No todo es negativo, también hay historias de éxito. Un joven arquitecto mexicano, Santiago Morales Broc, obtuvo el codiciado galardón internacional Architecture Masterprize en la categoría de rascacielos por un proyecto de edificio sustentable de 37 pisos ubicado en Periférico Sur a la altura de San Ángel. Concursaron más de 5 mil proyectos de Japón, China, Canadá y Estados Unidos, entre otros países. La torre de departamentos representa la nueva arquitectura sustentable, donde se cuenta con 250 árboles entre los pisos de cada zona, además de aprovechar el agua pluvial y reciclar el líquido mediante tratamiento. Esta sustentabilidad permite crear microclimas en las edificaciones altas, como la premiada. Bien por la nueva arquitectura mexicana, aunque hace falta más apoyo del Estado.