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Loco, no demente

Loco, no demente

Columnas jueves 28 de enero de 2021 -

Por Antonio Rodríguez

Al adentrase en el último trabajo de Alex Gibney, uno se encuentra una mirada interesante y diferente. La moda por los asesinos seriales ha sido sobre todo por el miedo, el morbo y el terror que generan en partes igual, casi a un grado de fanatismo y esto habla más del espectador que del mismo asesino. Loco, no demente, documental estrenado a finales del año pasado en la plataforma digital del canal HBO, intenta adentrarse no en la mente del sin número de asesinos en serie de los Estados Unidos, sino darle la voz principal a la Psiquiatra Dorothy Otnow, una de las más afamadas estudiosas del tema.

Durante los años ochenta Dorothy Otnow vivio una época bastante importante para su carrera ya que se dedicó a examinar a numerosos asesinos en serie, especializándose en personas con trastorno de identidad disociativo, coloquialmente conocido como trastorno de personalidad múltiple.

GIbney nos lleva de la mano con metraje grabado en los años turbios en donde la doctora no solo tuvo que poner en duda su dicho ante reconocidos psiquiatras y magistrados -ya que el trastorno mencionado sigue siendo un tema tabú en la propia psiquiatría- también el seguir adentrándose al estudio de gran parte de asesinos seriales incluyendo el afamado Ted Bundy.

Otnow tiene clara la teoría de que el traumatismo recibido por un infante devendrá en algún tipo de trauma y más aún si la mezcla de abuso sexual y violencia física no llevaron previo algún apoyo psicológico que intentara aliviar dichas dolencias. Los estudios de Otnow entregan conclusiones bien interesantes que no solo se ciñen a los personajes presentados o a los estudios con niños los cuales habían sido ultrajados, sino que brinca a la pantalla haciendo cuestionamientos sobre qué tanto es el morbo que se despierta en la gente aparentemente normal.

Lo que bien pudo ser un documental cuasi estudiantil que analizara los síntomas clínicos de los asesinos en serie, o diametralmente opuesto a esto, un documental como tantos, que se ciñen en el morbo y la nota roja analizando y mostrando la manera escabrosa en que tal sujeto cometió tales asesinatos, Gibney decide que no hay necesidad de aquello y se entrega totalmente en la fuertísima personalidad de Otnow,.

Anuado a lo anterior, se dejan varios cuestionamientos en el aire, como lo son: ¿que tanto ha servido la pena de muerte como método de control? y las implicaciones morales respecto de ella ¿en donde quedan?, tanto director como protagonista atacan directo a la conciencia social cuestionando no solo la pena de muerte sino a uno de los principales verdugos de Estados Unidos y lo innecesario que resulta presenciar directamente el asesinato de un asesino -serial o no- pero sobre todo, quien tiene la calidad moral de dictaminar esto.


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