Todo golpe de Estado duro, blando, judicial legislativo o juicio político inicia en los medios. Los medios son el crisol donde se conjugan las aristas del conservadurismo, en América Latina, el continente y el mundo.
Al ser una empresa, los medios de información tienen un medio de producción que reproduce la mercancía cuyos insumos ingresan a la producción de noticias sin importar que se incluya la verdad, a la que nadie ha obligado al empresario a integrar. La noticia debe ser novedosa, impactante, escandalosa, pero no implica esto que deba ser verdadera. Se trata de una mercancía que debe llamar la atención para ser consumida.
El golpe de estado en Chile, en el mandato de Salvador Allende fue precedido por el anuncio en los medios de la falta de algunos artículos femeninos cuando en realidad estaban escondidos. Los medios crearon la inconformidad de las mujeres que tenían la mayoría de los votantes.
Además de Chile hubo golpes de estado en Argentina, Venezuela, Uruguay, Brasil, Cuba, Guatemala, Honduras y Paraguay. Los golpes de Estado de carácter militar mutaron y se convirtieron golpes parlamentarios o golpes judiciales, también llamados golpes blandos, como en Brasil, contra Dilma, y Paraguay contra Fernando Lugo.
Los contenidos de los medios son la justificación de la violencia antidemocrática contra los regímenes democráticos de izquierda, son testimonios sin evidencia. Acusaciones sin pruebas, pero que sirven para que organismos como la OEA acojan el golpe como una expresión legítima de justicia y legalidad. Así sucedió en Bolivia, en Perú, y en otras alteraciones de la voluntad popular en Sudamérica.
Ahora, después del derrocamiento de Pedro Castillo, la oposición repite la palabra golpe como si se tratara de un mantra. Un deseo que se eleva a las alturas de un clero tradicionalmente conservador que ha sido cómplice de las injusticias y las ilegalidades, proclive a los privilegios y la discriminación.
Perú está de luto, el asesinato de la democracia también implica la muerte de peruanos que caen uno a uno en las calles donde protestan por esa agresión, incluidos aquellos que todavía no se han dado cuenta de que también son víctimas y se alegran de su propio deterioro. Esta alegría artificial y efímera es también responsabilidad de los medios, que actúan antes, durante y después de los golpes de estado y que empiezan a diluir su activismo político conforme avanza la conciencia de la población respecto a la verdad.
Se dice que hay politización, convicción democrática, vocación de libertad, sin embargo, el primer paso de la conciencia social que atenta contra la mentida delos medios radica en descubrir la verdad. Una vez percibida la verdad, se ve la realidad clara, se descubre la mentira y todo lo que pondera un sistema de información como venda en los ojos.