No es contradecir, ni caminar en sentido contrario haber votado en contra de la Reforma Electoral. Si calificamos lo que aconteció fue un acto de congruencia la actuación de Ricardo Monreal hace unos días en el pleno del Senado de la República, incluso desde antes de la votación muy a menudo comentó la serie de inconstitucionalidades que gran parte de la minuta ocupaba en sus artículos.
Eso lo mostró cuando subió al pleno a justificar su voto de reserva que presentó previó a la votación y el clima de la discusión. En torno a ello, observamos a un Ricardo Monreal tranquilo para encarar uno de los testimonios más emotivos, pero sobre todo elocuente porque nunca se negó a ir en contra de sus propios principios en materia constitucional.
Debemos reconocer ese valor porque- Monreal- sabía el espiral de comentarios que desataría una posición personal de esa naturaleza. Sin embargo, vivimos tiempos distintos en la que nos separa una enorme distancia o diferencia de aquellas etapas en que se suprimía la democracia y la libertad de disentir por rendir tanto culto o por miedo al linchamiento verbal.
El caso de Ricardo Monreal es distinto. Muchos pensaron que- el presidente- calificaría su voto como desleal o traición al movimiento. Sin embargo, la postura de López Obrador fue, en ese sentido, una señal de respeto que influyó para que la sociedad o la base de apoyo de Andrés Manuel no mostrara el desacuerdo que muchas veces se hace mecánicamente por un precepto inconsistente de una narrativa que contagia a los simpatizantes más radicales del movimiento.
En verdad que el ánimo por momentos subió de tono, principalmente en las redes sociales que son el espacio para descargar o desahogar la frustración de intolerancia porque- en muchas ocasiones- buscan desacreditar la posición de la clase política, máxime si se trata de uno de los presidenciales de Morena para el juego sucesorio del 2024. Empero, creo que las palabras de López Obrador apaciguaron las ganas o la estrategia de la guerra sucia alimentada, eso sí, por grupos radicales de Morena que, por afinidad a otra causa, desencadenan mecanismos e instrumentos de golpeteo.
Esa ha sido la tónica desde que el presidente abrió el juego sucesorio, sobre todo por la postura y decisiones que ha tomado Ricardo Monreal. No les gustó, para nada, la posición que tomó respecto al proyecto en materia electoral. Sin embargo, el coordinador de los senadores de Morena está cosechando muestra de respeto que grandes sectores de la sociedad le manifiestan porque recurrió, como lo hace siempre, ha dejar por sentado su congruencia que es- desde hace muchos años- los aspectos que han marcado su personalidad.
Es en esa postura que, el coordinador de los senadores de Morena, seguirá hasta que decida retirarse de la política. He ahí la diferencia que marca como jurista, legislador, político y como figura de la población civil. Cultivó- posterior a la votación- comentarios positivos porque se requirió, en el momento de la votación, mucha responsabilidad, sobre todo personalidad para manejar las emociones para mantenerse firme pese a las presiones mismas de Palacio Nacional.
Finalmente, el papel que jugó Ricardo Monreal reivindica y refuerza su liderazgo. De hecho, nunca había visto un político tan congruente como él. Muchos otros se han retractado, pero Monreal no. Él, pese a la atmósfera que se generó, se sostuvo en su promesa de salvaguardar la Constitución Política de nuestro país.
Eso, para un inmenso porcentaje de ciudadanía, tiene un valor importante porque habrá que reconocerle siempre esa determinación. Muchos pensaron o aseguraron que se le avecinan tiempos complejos al senador, sin embargo, predominó una serie de comentarios y reacciones positivas a favor de Ricardo Monreal que se ganó el respeto de millones de mexicanos por tomar decisiones sin temor a ser señalado. Pero más que un calificativo cosechó elogios luego de defender el principio sagrado del marco constitucional en casos concretos, al ponderar las violaciones de inconstitucionalidad que presentó en la previa de la votación.