Luis Cuanalo
En el segundo trimestre del año, la actividad económica del país aceleró su ritmo de crecimiento y el Producto Interno Bruto (PIB) alcanzó una expansión de 1.5 por ciento en comparación con el trimestre previo, y de 19.5 por ciento respecto a igual lapso de 2020.
En dicho periodo, las actividades primarias (agricultura, ganadería, pesca y acuacultura) de la segunda economía más grande de Latinoamérica observaron un alza de 0.8 por ciento respecto al trimestre previo (enero-marzo), mientras que las secundarias (manufactura e industria, principalmente) aumentaron 0.3 por ciento.
Y los buenos números siguen, pues el PIB primario también creció (6.8 por ciento) al compararse con el segundo trimestre de 2020 y en términos acumulados la cifra es positiva en 4.5 por ciento en el primer semestre, respecto a los primeros seis meses del año previo.
En tanto, el tercer gran rubro de la economía, los servicios, crecieron 2.0 por ciento en el periodo abril-junio en comparación con el trimestre previo, impulsados por la reapertura de actividades que estuvieron restringidas por la pandemia sanitaria y su base de comparación.
Es de destacar la trayectoria constante y consistente de crecimiento del sector primario desde 2018 y que, incluso, durante el periodo más difícil de la pandemia, registró un alza de 2.0 por ciento respecto a 2019, con un incremento de 4.9 en el último trimestre de ese año.
Esto contribuyó a mitigar la afectación a la economía nacional durante la pandemia, a diferencia de los sectores industrial y de servicios que decrecieron, y ahora, la agricultura, la ganadería, la pesca y la acuacultura acompañan la etapa de recuperación y de crecimiento económico.
Con esto, se da cuenta que la actividad agroalimentaria ha sido parte de la solución y un eslabón imprescindible de la economía y del bienestar social de México.
Por ello, resulta estratégico estimular este esfuerzo de los productores y el sector, de la mano de las acciones de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, para mantener la producción de alimentos, el adecuado funcionamiento de los mercados y las cadenas de abastecimiento, en pro de la seguridad alimentaria.
Esto, mediante acciones como la diversificación de exportaciones, la vinculación de la innovación y tecnología, los apoyos a los productores y, de manera prioritaria, el fortalecimiento de los bienes y servicios públicos.
Es importante que todos los actores vinculados a la producción agrícola, pecuaria, pesquera y acuícola continúen con ese trabajo conjunto y coordinado y mantengan el dinamismo del sector para que siga siendo un pilar del desarrollo y puntal en la construcción de un México más justo y equitativo.
Será de vital importancia para la nueva legislatura considerar como prioritario un aumento al presupuesto de este rubro, que detone las capacidades de un sector que ha demostrado ser resiliente y le ha respondido a México.