Diego A. Guerrero García
En días pasados fui invitado al programa “Diálogos en Confianza” que se transmite por Canal Once para hablar sobre la tolerancia. Ello, me llevó a una serie de reflexiones que cobran especial relevancia teniendo en consideración la actual crisis generada por la pandemia de Covid-19; misma que nos ha demandado fortalecer los valores que tenemos como sociedad frente a las manifestaciones de violencia que, durante la misma, hemos presenciado.
La tolerancia es en sí, el respeto a los demás; la igualdad de todas las creencias y opiniones, la convicción de que nadie tiene la verdad ni la razón absolutas; características que, en su conjunto, son el fundamento de la apertura y generosidad que supone el ser tolerante, una actitud distinguida por el esfuerzo para reconocer la diversidad de pensamiento en un mundo que representa un conjunto de sociedades multiculturales, que deben desarrollar reglas generales de convivencia acordes a un Estado de Derecho para asegurar la coexistencia pacífica y democrática garantizando los derechos humanos.
Sin embargo, este concepto no es absoluto, y tiene sus límites. Al respecto, es indispensable comprender la diferencia entre la negociación y la tolerancia en el marco del intercambio de perspectivas, por un lado; y por el otro, el ser permisibles, soportar y tolerar situaciones de violencia física, psicológica y emocional que dañen nuestra integridad y atenten contra nuestros derechos.
Por otro lado, la intolerancia consiste en no respetar las ideas, opiniones o actitudes de los demás, al no coincidir con las propias, llevándonos a contextos de agresividad, frustración y enojo que se ejerce, a veces inconscientemente, en la vida cotidiana, pero que se ha extendido y potencializado en el mundo de las plataformas digitales, como lo son, las redes sociales.
En ese sentido, el famoso “linchamiento digital”, por un lado, se vuelve un fenómeno de protesta que pretende exhibir los excesos del poder político, económico y social; pero adicionalmente, es utilizado, en algunos casos, como herramienta con cierto objetivo de dañar emocionalmente a una persona, deslegitimarla, atentar contra ella, su imagen, sus proyectos o su trayectoria profesional, escudándose, en ocasiones, desde el anonimato.
No obstante, estas acciones que promueven una pandemia de la desinformación y la violencia, son reflejo de la intolerancia bajo un discurso de odio del que todos, desafortunadamente, podemos ser presas frente a intereses perversos y de otra índole.
Para concluir, me gustaría reafirmar la importancia de la empatía como herramienta estratégica a fin de identificar nuestras diferencias individuales y colectivas. De esta manera, podremos transitar a una sociedad que fomente, acepte y reconozca la riqueza de nuestra diversidad, siempre, en el marco de los derechos humanos.
Citando a Harper Lee en su libro “Matar un Ruiseñor”: “Nunca conoces realmente a una persona hasta que no has llevado sus zapatos y has caminado con ellos”.