Cerca de 12 mil personas se dieron cita en el regreso de la Guelaguetza en Oaxaca, tras dos años de ausencia por la pandemia del COVID-19.
Al grito de: “¡Viva Oaxaca, viva la Guelaguetza!”, miles de asistentes fueron testigos de una ofrenda materializada en bailes, música, identidad y tradición que entregaron los integrantes de 13 delegaciones originarias de las ocho regiones del estado, con las que se llevó a cabo la primera función del Lunes del Cerro.
En la edición de este 2022, la fiesta étnica más grande de América Latina cumplió 90 años desde su comienzo en 1932 como un homenaje racial que nació para fomentar la unidad de los oaxaqueños.
Justo al sonar las notas de la Banda de Música del Estado, la delegación de las Chinas Oaxaqueñas, representantes de la capital de Oaxaca y anfitrionas de esta celebración, abrió la primera edición con Jarabe del Valle.
“Oaxaca está de fiesta, el auditorio vibra de orgullo y emoción al celebrar la grandeza de nuestras culturas originarias. Aquí demostramos que somos un pueblo grande y unido”, señaló el gobernador Alejandro Murat Hinojosa.
También desfilaron las notas de los fandangos de Loma Bonita, la tradición de las bodas de Santos Reyes Nopala, los sones mazatecos de Huautla de Jiménez, la solemnidad de la Canción Mixteca y el estallido de júbilo con los pasos de Flores de Piña, así como las chilenas de Pinotepa Nacional.
A la fiesta más importante de Oaxaca acudieron invitados como los secretarios del gobierno federal, Víctor Villalobos y Rocío Nahle, de Agricultura y Desarrollo Rural y de Energía, así como la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda.
No obstante, el regreso de la Guelaguetza estuvo marcado por la protesta de la saxofonista María Elena Ríos, sobreviviente de un intento de feminicidio mediante un ataque de ácido, quien en medio de la celebración de la edición vespertina extendió entre la multitud una manta con una sentencia que resume el dolor de las 78 mujeres que han asesinado en la entidad sólo en lo que va de 2022.
Imagen: Cuartoscuro