Columnas
@onelortiz
https://youtu.be/4gUpQgoUqu0?si=Tmd1KxHsZRH1sxuI
La decisión de Donald Trump de imponer aranceles del 25% a los productos mexicanos y canadienses, y del 10% a los chinos, va mucho más allá de ser una simple maniobra económica. Por la vía de los hechos y de manera adelantada, Trump ha terminado con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), aquel que desde 1994 cimentó las bases para una integración económica regional sin precedentes, y que, según lo pactado, debería revisarse en 2026.
El propio tratado establece un capítulo de sanciones para quienes violen el acuerdo. De modo que, si Canadá y México deciden responder con la misma moneda —es decir, con aranceles—, el tratado que ha sido fundamental para el crecimiento económico de las tres naciones estaría muerto. Las consecuencias económicas de esta guerra comercial podrían ser importantes para la economía de la región.
Ante este desafío, la respuesta de las naciones afectadas debe ser con cabeza fría e inteligencia. La Presidenta Claudia Sheinbaum dio, una respuesta puntual y directa a Trump, y ha instruido al Secretario de Economía, Marcelo Ebrard, a poner en práctica el plan B. Aunque los detalles de este plan aún no se conocen en su totalidad, la mandataria adelantó que se trataría de medidas arancelarias y no arancelarias. En las próximas horas, México revelará su estrategia de contención, que podría incluir desde la diversificación de mercados hasta el fortalecimiento de alianzas con otras economías
Mientras tanto, dos preguntas nos asaltan de inmediato: ¿Los aguacates mexicanos, protagonistas indiscutibles del guacamole que se consume cada Super Bowl, también pagarán aranceles? Y más allá del sabor del guacamole, ¿qué pasará con la organización del Mundial de Fútbol, que México compartirá con Canadá y Estados Unidos? ¿Seguiremos organizando como si nada, mientras la estructura económica que sostiene este evento deportivo se desmorona por decisiones unilaterales?
La realidad es que este movimiento de Trump no solo trastoca la economía, sino que mina la confianza entre socios que, hasta hace poco, parecían inseparables. Canadá y México deben responder con la serenidad que caracteriza a los verdaderos estadistas, sin caer en provocaciones que podrían desencadenar una espiral de represalias comerciales. La diplomacia económica deberá ser el pilar de una estrategia que minimice el impacto para ambos países y que, quizás, encuentre en la adversidad una oportunidad para reconfigurar sus políticas comerciales hacia un futuro menos dependiente de los caprichos del vecino del norte.
El destino del TLCAN parece estar sellado. Pero, como todo en política, cada final es también un nuevo comienzo. Está en manos de Canadá y México decidir si este es el final de una era o el inicio de una nueva etapa de independencia económica y soberanía comercial. Eso pienso yo, usted qué opina. La política es de bronce.
Todos los lunes, antes de las 8:00 a.m., participo con Jesús Aguilar en Factor 96.1 con temas de tu interés y del trabajo legislativo. San Luis Potosí el mejor Estado de México.
— Héctor Serrano (@HectorSerranoC) February 10, 2025