SERGIO GONZÁLEZ
Ya superadas las elecciones locales de Coahuila e Hidalgo y sus sorprendentes resultados, recordé que contrariamente a la sabiduría convencional, para contar votos y transformarlos en asientos legislativos o en puestos ejecutivos hay muchos sistemas, además de los tradicionales de mayoría relativa y de representación proporcional, algunos de ellos muy innovadores.
En esta materia debo confesar que siempre me extrañó que los matemáticos no figuraran de manera predominante en el catálogo de expertos estudiosos de los fenómenos electorales, que al parecer era territorio exclusivo de politólogos, abogados, sociólogos y hasta de economistas y filósofos.
Enterarme que estos estudiosos de la ciencia más abstracta y exacta de todas (la de los números) se interesan desde hace dos siglos por la parte espinosa de las elecciones me resultó fascinante, pues nunca nos hemos detenido a escucharlos o leerlos con seriedad, a pesar de que, en esta abigarrada disciplina, sus lecciones y propuestas merecen mucha mayor atención.
El libro del matemático George Szpiro Los números mandan: las irritantes matemáticas de la democracia, desde platón al presente, editado por la Universidad de Princeton, propone uno de esos métodos revolucionarios. El autor realiza un extraordinario recorrido por las aportaciones históricas, actuales y al parecer, futuras, de varios de sus colegas a la resolución de los acertijos y dilemas numéricos de los comicios. En la obra, se nos presenta una aportación interesantísima, referida a la forma concreta en que el elector vota y la autoridad electoral cuenta las boletas.
Alguien en Londres leyó el libro y propuso una revolución, que intentó ensayar. Cuando en las elecciones generales del Reino Unido de 2010 ninguno de los dos partidos políticos tradicionales obtuvo una mayoría clara que le permitiera formar gobierno, el partido conservador se coaligó con el llamado tercer partido: los demócratas liberales. Una condición de la alianza fue realizar un referéndum nacional en 2011 para modificar la manera en que el elector inglés emite su sufragio.
El método que se sometió a referéndum fue una suerte de muerte súbita inmediata consistente en que el elector “calificara” u “organizara”, en orden de prelación, a todos los candidatos registrados en la boleta. Es decir, el votante expresaría sus preferencias poniendo en primer lugar de la lista al candidato que más le gustara y en último lugar al que menos le gustara. En su momento, la autoridad electoral verificaría si las primeras preferencias de alguno de los candidatos llegaban a la mitad más uno de los sufragios totales emitidos, en cuyo caso el ganador sería claro. Continuaré el próximo jueves.
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