Valeria Casillas se niega a vivir con miedo, a dejar que la violencia que casi la mata la defina. Aún con moretones, cicatrices físicas y emocionales, esta mujer de 29 años busca justicia, no venganza personal. Su historia, vivida en Colombia durante sus vacaciones, revela un oscuro episodio de violencia que atraviesa fronteras y nacionalidades.
El relato comienza con un romance a distancia con Jonathan Lynn Wright, ciudadano estadounidense residente en Pereira, Colombia. Lo que prometía ser un idilio se convirtió en pesadilla cuando Wright pasó de comentarios posesivos a una golpiza. Valeria recuerda: "Me golpeó varias veces contra la pared, en el rostro, hasta que me dio un puñetazo tan fuerte que me tiró al piso".
Con la cara ensangrentada y desorientada, Valeria se encontró en la calle después de ser arrojada fuera de la casa. La patrulla púrpura de la policía la llevó a la Clínica Los Rosales. A pesar de su valiente denuncia por intento de feminicidio, la Fiscalía clasificó el caso como violencia familiar, un delito con penas más bajas.
El acoso continuó con mensajes y amenazas de Wright, quien la culpaba por su apariencia física. Valeria, sin su pasaporte y enfrentando el sistema de justicia colombiano, denunció el caso en redes sociales. La canciller mexicana, Alicia Bárcena, respondió y solicitó ayuda. Sin embargo, las autoridades colombianas clasificaron el caso como violencia familiar y exigieron su regreso para asistir a audiencias.
Valeria, sin noticias de su caso, se dedicó a buscar apoyo. Su mensaje en redes sociales fue visto por más de dos millones de personas. La embajada mexicana mostró interés, pero las autoridades colombianas no brindaron información clara. A pesar de los desafíos, la audiencia se llevó a cabo de manera virtual, pero Wright no se presentó.
Wright, nunca detenido tras la agresión, continúa su vida en Pereira. Valeria teme por su vida y busca ayuda en la embajada de Estados Unidos, pero se encuentra con la limitación de las autoridades estadounidenses ante uno de sus ciudadanos en el extranjero.
A pesar de los obstáculos, la defensa de Valeria logró reclasificar el caso como intento de feminicidio. Ha pasado un mes desde la brutal agresión, y su agresor sigue libre. Valeria Casillas desafía el silencio y busca justicia, convencida de que su historia puede evitar que otras mujeres sufran lo mismo.