Columnas
En apariencia tan lejano, el conflicto del Medio Oriente debe preocuparnos mucho. No solamente por lo más importante: la barbarie de que personas humanas sin parte en los conflictos siempre pagan con su vida las guerras entre los Estados, sino también porque la guerra puede llegar a nosotros, más que nunca en este mundo globalizado.
Durante los últimos meses. el mundo entero ha visto un genocidio en tiempo real, con más horror que nunca, por lo nítido de las imágenes y lo cruda que ha sido la campaña de exterminio del Estado de Israel en contra del pueblo de Palestina. Además del horror, hemos tenido que soportar ser espectadores del silencio selectivo de los grandes medios de comunicación, en su mayoría comprometidos a justificar los crímenes de guerra de Israel.
En términos de las relaciones internacionales y la diplomacia, uno de los puntos más graves de la escalada bélica de Israel fue el bombardeo de la Embajada de Irán en Damasco, Siria. La inviolabilidad de las sedes diplomáticas ha sido un asunto del que las y los latinoamericanos hemos discutido mucho últimamente, luego del criminal asalto a la Embajada de México en el Ecuador. Breve paréntesis: los reducidos grupos de la derecha mexicana que defienden las acciones de Noboa deberían saber que la invasión a una embajada es causa legítima de guerra.
Por lo anterior, Irán hizo un ataque con misiles en tierra israelí, involucrándose en el conflicto regional y tomando cartas en el asunto de la impunidad con la que goza Israel en sus crímenes de guerra. El asunto no es menor, pues Irán es un país potencia en la región mediooriental, y con su ataque por cielo demostró su capacidad de fuego y su posibilidad de participar en una escalada militar en caso de considerarlo necesario.
El ataque iraní se limitó a esa noche, pues el gobierno de aquel país emitió un comunicado en el que afirmaba que la represalia contra Israel por el ataque a la embajada de Damasco había sido concluida. No obstante, Irán advierte que en caso de existir alguna otra agresión de Israel en su contra, el país responderá.
Todos estos hechos nos ponen al borde de una guerra regional en Medio Oriente que, sumada al hecho de la guerra OTAN-Rusia en Ucrania pondría al mundo en un escenario caótico y barbárico. Con las dos regiones en guerra, las primeras consecuencias para nuestros países serán las económicas, pero podrían llegar a más. Basta ver que los Estados Unidos continúan en su esfuerzo por dominar militarmente nuestra región, como demostró el pacto entre el ultraderechista Milei y el ejército estadounidense para construir una base militar en nuestro Sur.
El momento que vivimos debe orillar a la Comunidad Internacional a hacer un esfuerzo global por la paz. Hechos como las violaciones a sedes diplomáticas, el asesinato de periodistas, el genocidio contra el pueblo palestino y las recurrentes violaciones a Derechos Humanos que hemos visto en la agresión israelí contra Palestina, pero también en la guerra OTAN-Rusia nos deben apercibir de que ningún esfuerzo por la paz debe subestimarse.