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“Octavio Paz quería a Elena Garro de esposa en casa, pero ella jamás se doblegó ni ante él ni ante el gobierno”: Rosas Lopátegui

“Octavio Paz quería a Elena Garro de esposa en casa, pero ella jamás se doblegó ni ante él ni ante el gobierno”: Rosas Lopátegui

Entornos sábado 29 de febrero de 2020 -

Por José Juan de Ávila

Patricia Rosas Lopátegui, biógrafa de Elena Garro, sostiene que la cantidad de entrevistas que recopiló en los dos tomos de Diálogos con Elena Garro (Gedisa, 2020) muestran el interés y estimación que había por la autora de Los Recuerdos del porvenir y su obra literaria, a pesar de que fue opacada y silenciada por el gobierno y Octavio Paz, que la quería de ama de casa.

“Es un mito decir que sin Octavio Paz Elena no habría sido la escritora que es. Al momento de casarse con Octavio Paz, Elena Garro quedó reducida a la esfera privada, a ser la esposa. Paz quería que fuera la clásica y tradicional esposa dedicada al hogar, a cocinar”, expone Rosas Lopátegui quien regresó de Alburquerque para presentar su nueva investigación, que tardó 15 años en concluir, la tarde de este sábado 29 de febrero en la Feria del Libro de Minería.

“Pero Elena ya tenía un proyecto artístico antes de casarse con Paz: ya había sido coreógrafa en el teatro con Julio Bracho; era bailarina clásica, había sido actriz con Rodolfo Usigli y Xavier Villaurrutia, quienes la consideraban niña prodigio. Tenía un proyecto intelectual antes de casarse, pero se casa con Paz y él le dice: ‘La mujer debe ser el regazo donde reposa el guerrero’. Eso me lo contó Elena en entrevista”, expone la profesora de literatura mexicana y latinoamericana en la Universidad de Nuevo México y autora de El asesinato de Elena Garro.

Rosas Lopátegui comenta que una de las cosas que más le impactó al hacer la recopilación de entrevistas, que incluye en Diálogos con Elena Garro, entre ellas con Elena Poniatowska, Margarita Michelena, María Luisa, La China, Mendoza y Jesús Alejo, fue que en todas tiene la voz irreverente de la autora de la La culpa es de los tlaxcaltecas y que nunca se doblegó,

“Una constante en las entrevistas es la voz de Elena, tú puedes escuchar su voz, que es muy similar a la de su obra creativa, a la de sus novelas, teatro, cuentos, una voz irreverente, contestaría, a pesar de que fue criticada, estigmatizada, desacreditada, atacada, perseguida, porque ella fue acosada por la Dirección Federal de Seguridad. La voz de Elena Garro no cambió, no se doblegó, es una voz irreverente, trasgresora, nunca pactó con el poder, no traicionó sus principios ni sus ideales”, explica la biógrafa quien en cambio sostiene que Octavio Paz sí se alejó de los ideales que compartía con su primera esposa cuando eran novios.

“Elena Garro siempre fue de izquierdas, antes de casarse era anarquista, admiraba a los Flores Magón, igual que Octavio Paz cuando eran novios; hay que recordar que se van a la Guerra Civil española a defender la República, eran los dos de izquierdas. Se casan en el 37 y para el 44, a partir de que Paz ingresa a la vida diplomática se va alejando de los ideales de cuando se conocen. Si tú ves el background de cada uno de ellos, desde su formación familiar, eran muy distintos”, dice Rosas Lopátegui al recordar el activismo social y político de la escritora.

“Elena Garro fue silenciada por el gobierno, que la mandó al exilio, porque era una figura que molestaba al sistema y porque se unió a Carlos Madrazo; y fue opacada por Octavio Paz, que la obstaculizó más que ayudó. Es un mito decir que sin Paz Elena no habría sido la escritora que es, esa es una puntilla de la sociedad patriarcal machista mexicana y de los varones que dominan la cultura en México hasta ahora, el grupo en el poder, el statuo quo que representa Octavio Paz, para desacreditarla, para insistir que era traidora, espía, etcétera”, asevera.

Rosas Lopátegui señala que al emprender la recopilación de las entrevistas desde 2005, comprendió que esos diálogos con periodistas deberían formar parte del corpus creativo de la autora y considerarse tan importantes como su obra misma, porque en ellas hay mucha creatividad.

“Vamos a tener a Elena Garro como un caleidoscopio, la vemos desde diferentes ángulos, mostrando su proceso creativo, sus fobias, sus relaciones conflictivas con Octavio Paz, con Adolfo Bioy Casares, su lucha social, su activismo, por qué para ella era importante que el sistema político mexicano se democratizara, diera cambios en los 60, ahí está su ideología, sus preocupaciones, sus intereses, sus guerras. Tuvo muchas guerras: con políticos, terratenientes, los intelectuales que llamaba izquierdistas de café, porque no se comprometían por estar recibiendo prebendas del erario, la entrevista para mí es un género que deberíamos considerarlo como parte del corpus que produce un artista, porque complementa su biografía y su obra”.

Su biógrafa afirma que desde 1957 que Garro se da a conocer como dramaturga ya era una escritora madura y su obra tanto narrativa como dramática era revolucionaria e innovadora.

“Además es la escritora fundamental para nuestra identidad y nuestra cultura, porque nadie como Elena ha fusionado y contrapuesto, la cosmovisión del mundo indígena con el mundo occidental, el clásico europeo. Para 1957 que comienza a publicar ya es una escritora madura, hecha, lo que va a producir más adelante tiene la misma solidez de sus primeras obras, porque tuvo en su hogar en Iguala, no el aula, una formación clásica muy sólida desde pequeña, con las lecturas de clásicos griegos, latinos, ingleses y alemanas. Su padre era un hombre muy culto y su madre, una gran lectora. Imagínate que la madre de Garro les decía a sus hijas que tener virtud era leer. ‘Lean para tener virtud’, les aconsejaba. Pero al mismo tiempo convivía con los indígenas en Iguala y con los mozos, nanas que trabajaban en su casa, ella se va a compenetrar de ambos mundos, eso es lo que ella nos revela en su obra que la hace un pilar fundamental en nuestra literatura. Es tan innovadora en todas sus obras”, expone la académica mexicana.

“La guerra de Elena Garro con los intelectuales comenzó desde que se casó con Octavio Paz, porque ellos representan lo opuesto. Paz comienza su carrera diplomática a mediados de los 40 y se va alineando más al poder, hacia la derecha, a complacer al poder. Y cuando un escritor, un artista, recibe su sueldo del gobierno, no puede criticar abierta y libremente al Estado”, afirma.

Rosas Lopátegui concluye que, en cambio, Garro nunca fue una escritora complaciente y fue víctima de la sociedad patriarcal que persiste en México, como todas las escritoras de su generación.

Diálogos con Elena Garro es una obra monumental con las entrevistas que concedió la narradora, dramaturga y periodista poblana, nacida en 1916 y fallecida en 1998. Dividida en dos tomos, con mil 640 páginas, reúne también iconografía de 172 imágenes y materiales inéditos, con la compilación, edición, estudio y notas de Patricia Rosas Lopátegui.

La presentación es en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería el sábado 29 de febrero a las 15 horas en la Capilla; con los comentarios de Jorge Ruiz Dueñas, Leticia Romero Chumacero, Artemisa Téllez y Patricia Rosas Lopátegui, moderados por Víctor Manuel Torres.

Por las 1640 páginas de esta monumental recopilación se reproducen innumerables conversa-
ciones con Elena Poniatowska, María Luisa, La China, Mendoza, Joseph Sommers, Patricia Vega, Armando Ponce, Virginia Bautista, René Avilés Fabila, Mónica Mateos, Víctor Manuel Torres, Elda Maceda, Jesús Alejo Santiago, Vilma Fuentes, Patricia Zama, Salvador del Río, Vicente Bello Serrano, Guadalupe Pereyra, César Güemes, entre muchísimos otros periodistas y escritores, además de otros documentos —muchos de ellos inéditos— como cartas, intervenciones públicas, artículos periodísticos relacionadas con la actividad, producción de la escritora, homenajes, reseñas y críticas de las puestas en escena de sus obras dramáticas, donde campean los nombres de Rafael Solana, Juan García Ponce, Luis Vicent, Luis G. Basurto, Silvia Molina, Luis Cardoza y Aragón, Ma. del Socorro Hinojosa Rojas, Emilio Carballido,
Paco Ignacio Taibo I, Rosa Nissán, Jorge Ruiz Dueñas, María Eugenia Merino, Manoli Alonso Arnaguez, Braulio Peralta, Leticia Sánchez y un larguísimo etcétera.

El compendio se divide en dos volúmenes ante la abundancia de la recuperación bibliohemerográfica. El primero abarca los años 30–40, su debut como dramaturga en los 50, su activismo político y social, las acusaciones de Sócrates Campos Lemus en el 68 y la construcción de la leyenda negra en su contra; las persecuciones, las huidas, el escape de 1972 hacia Estados Unidos, después a España y Francia, hasta los preparativos de su regreso a México a principios de noviembre de 1991, después de diecinueve años de exilio.

El segundo contiene su llegada a suelo mexicano el 7 de noviembre y las múltiples entrevistas de la prensa; su vuelta definitiva en 1993, los premios y reconocimientos otorgados, el abandono y las enfermedades, las polémicas con Octavio Paz, las notas en torno a su deceso y concluye en el presente milenio. Del siglo XXI reunió Rosas Lopátegui otra serie de textos sobre su figura para enriquecer el circuito de esta memoria.



Imagen: Especial.

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DM/CR

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