Columnas
Este 18 de marzo se conmemoran 86 años de la expropiación petrolera, estamos a sólo 14 años del primer centenario, aparentemente no es poco, pero tampoco demasiado, hablamos de dos sexenios más, dos presidentes o presidentas habrán de dirigir al país antes de que quien resulte electo (a) presidente (a) en la aparentemente lejana elección presidencial del año 2036, seguramente celebrará con bombo y platillo el aniversario 100 de la expropiación del petróleo.
Suena mucho a futurismo, pero también podemos mirar en retrospectiva y ahora que han pasado 86 años ver qué tantos beneficios ha traído la "soberania" sobre el petróleo.
Suena a lugar común pero si el general Lázaro Cárdenas viviera, pues no creo que estuviera de lo más contento, a menos que se agradará lo que hemos hecho con el petróleo los mexicanos, o mejor dicho lo que hemos hecho con los recursos generados por el hidrocarburo.
Una palabra podría definir lo que ha sido el balance petrolero en México, englobado hoy en una empresa que refleja todo, esa palabra se llama: fracaso.
Quisimos "administrar la abundancia" en el tristemente célebre sexenio de quien también "defendió al peso como un perro", aunque sus virtudes guerreras caninas de nada sirvieron; muchos años después intentamos una especie de semiprivatización si se puede llamar así, bautizando a las empresas nacionales del sector energético como "Empresas productivas del estado", cualquier cosa que eso significó; si entregar a Pemex como la petrolera más endeudada del planeta puede llamarse un éxito de la reforma energética de 2014, puede llamarse un éxito rotundo.
Finalmente en este sexenio, el del humanismo y la felicidad masiva nacional, Pemex terminará como empezó, como la petrolera más endeudada del planeta.
Montos multimillonarios, de billones de pesos, se destinaron en el sexenio para ese barril sin fondo llamado Pemex.
Se pensó que un agrónomo sería la solución para Pemex porque dicen que no es corrupto y es muy leal, lo que quiere decir que no importaba el perfil necesario para sacar a Pemex de la crisis, lo que se requería era que se llenara un perfil que fuera agradable en cierto palacio.
Pemex entonces cierra el sexenio enmedio de su más profunda crisis, y eso ya es mucho decir.
¿Qué hacemos con Pemex?, lo más dramático es que no parece haber respuestas profundas, serias y responsables.
La semana pasada las dos candidatas punteras en las encuestas para la elección presidencial amenazaron con seguir con la misma medicina para el enfermo.
Es decir, todo lo que ha probado su fracaso y que tiene a Pemex en las condiciones actuales, todo eso se va a repetir ya sea que gane una o que gane la otra.
Todo indica que Pemex no verá un cambio significativo en los próximos años, pero nada es para siempre.
Ojalá antes de que llegue el fin natural, se haga algo y que sea diferente, porque hoy las dos visiones que dominan para tomar las riendas de la petrolera, han probado que son un rotundo fracaso.
Ojalá pronto pueda responderse la pregunta, y tomen acciones, México está urgido de alguien con visión de estado que acompañe al general Lázaro Cárdenas para replantear al sector energético del país, hoy convertido en un rotundo fracaso.