Columnas
Este 30 de abril, como cada año, las escuelas, alcaldías, municipios, restaurantes, en fin, en todas partes, se organizarán festivales, rifas, ferias, eventos musicales…para conmemorar el Día del Niño. Se repartirán frutas y verduras ( porque la comida chatarra está prohibida), juguetes y globos. Pero más allá de esta alegría superficial y efímera, hay una pregunta que resuena con fuerza: ¿qué celebran realmente millones de niñas y niños en México?
Para muchos menores en nuestro país, esta fecha no es más que una pausa momentánea en una realidad marcada por la desigualdad, la violencia y el abandono familiar, social e institucional.
Hablar de derechos de la infancia mientras se normaliza el trabajo infantil, la deserción escolar, la violencia física, sexual, emocional, las adicciones, el abuso y la explotación es, por decir lo menos, hipócrita.
Según datos de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), los cárteles de narcotráfico han reclutado anualmente entre 35 y 45 mil niñas, niños y adolescentes, más de 3 millones de niñas y niños trabajan en condiciones muchas veces peligrosas o degradantes. Cerca de un millón no asiste a la escuela, y uno de cada dos menores vive en situación de pobreza. La niñez indígena, en particular, enfrenta obstáculos aún más severos: marginación, racismo y rezago estructural.
A esto se suma que miles de menores han sido víctimas directas o colaterales de la delincuencia organizada, registrándose en este rubro que de diciembre de 2018 hasta noviembre de 2024, se registraron 14,145 homicidios de niñas, niños y adolescentes (personas de 0 a 17 años) en el país. Esto equivale a un promedio de 6.6 homicidios diarios de menores de edad.
Asimismo, según la OCDE, México es el primer país en el mundo en abuso sexual infantil, el principal productor y el segundo consumidor de pornografía de menores, esto va de la mano, con el aumento de los casos de violencia sexual infantil que se ha presentado en los últimos años.
Y qué decir de quienes viven en situación de calle, y que de acuerdo a información de World Vision México, son aproximadamente 5.2 millones de niñas, niños y adolescentes, cifra que incluye a menores que han sido abandonados por sus familias o que han decidido vivir en la calle debido a la violencia y desestructuración familiar.
En este contexto, no podemos dejar de mencionar, que el suicidio entre niñas, niños y adolescentes es una problemática creciente y alarmante. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2023 se registraron 727 suicidios en personas de 10 a 17 años, registrándose como factores determinantes para tomar esta decisión, problemas como los enunciados en párrafos anteriores.
¿Cómo hablar de celebración cuando hay niñas que cuidan hermanos en lugar de jugar, o niños que huyen de sus casas para sobrevivir?
El Día del Niño no debe ser solo una jornada festiva. Tiene que ser una fecha de exigencia social, una oportunidad para reclamar al Estado por sus omisiones, y a la sociedad con su indiferencia.
Celebrar a la infancia no es regalarles un juguete, sino garantizarles una vida digna, acceso a salud, educación, protección y amor.
La verdadera fiesta llegará el día en que todas las niñas y niños de México puedan vivir libres de violencia, con igualdad de oportunidades y con sus derechos plenamente respetados. Hasta entonces, el 30 de abril no será más que una postal bonita sobre una realidad que nos duele.
ROSALIA ZEFERINO SALGADO
Asesora en Comunicación Estratégica
E Imagen Pública