Sin duda, la inteligencia artificial sigue fascinándonos día tras día, y uno de los campos que experimenta avances vertiginosos es la visión computacional. Los logros alcanzados en el análisis de rostros humanos nos han catapultado hacia una etapa aún más asombrosa: el análisis de microgestos.
Para comprender completamente la visión computacional, es esencial desentrañar su esencia. Esta disciplina, mediante el procesamiento de imágenes, tiene la capacidad de identificar patrones, y el reconocimiento facial es su ejemplo más notorio. A través de medidas específicas del rostro, podemos identificar a una persona en retrospectiva.
No obstante, la verdadera innovación reside en la habilidad para analizar microgestos. En la actualidad, no solo podemos obtener mediciones precisas del rostro o detectar emociones básicas como tristeza, felicidad o enojo, sino que también podemos sumergirnos en un análisis más profundo de los rostros. Esto nos permite descubrir patrones en los microgestos, esos sutiles movimientos imperceptibles para el ojo humano.
Ahora bien, ¿qué información valiosa podemos extraer al analizar estos microgestos? Pongamos como ejemplo la seguridad vial: esta tecnología puede determinar si un conductor se encuentra fatigado, bajo la influencia del alcohol, drogas, estresado o distraído, con el potencial de prevenir accidentes de manera efectiva. Otro escenario relevante es la vigilancia continua, donde, tras unas tres horas de actividad, las personas suelen experimentar una disminución en su agudeza mental. Mediante el análisis de microgestos, podemos detectar cuándo se alcanza este punto y sustituir al vigilante de manera más eficiente, mejorando así la seguridad en la vigilancia. Este mismo principio es aplicable a situaciones como el monitoreo de radares en aeropuertos, donde los relevos pueden ser coordinados con mayor eficacia.
Ahora, proyectemos su aplicación en eventos masivos, como mítines o conferencias, donde un orador se dirige a una audiencia numerosa. Utilizando cámaras para captar los microgestos de los asistentes, podemos calcular el promedio de sus emociones y evaluar la recepción de nuestro discurso en tiempo real. Esto nos permite ajustar el mensaje sobre la marcha: matizar frases clave, variar la velocidad de la voz o perfeccionar el lenguaje corporal para maximizar su impacto.
En el ámbito publicitario, el análisis de microgestos podría proporcionar una comprensión más profunda del impacto de un producto, ofreciendo una eficiencia sin igual. Además, su potencial en entrevistas o interrogatorios podría revelar signos de engaño al analizar los microgestos de la persona interrogada.
Imagina por un momento la aplicación de esta tecnología en ámbitos tan cruciales como las fuerzas militares o policiales. ¿Y si pudiéramos utilizarla para realizar exámenes de confianza, evaluando la fiabilidad de los agentes frente a ciertas preguntas delicadas?
Esta herramienta podría desvelar aspectos insospechados en la toma de decisiones cruciales.
Pero no nos quedemos ahí, pues el potencial es aún más asombroso.
¿Qué tal si, antes de una misión crítica, pudiéramos analizar el nivel de estrés de nuestros operativos y seleccionar a los más adecuados para llevarla a cabo con éxito? Esto no solo aumentaría la eficacia de nuestras fuerzas, sino que también reduciría el riesgo de fracasos costosos.
En el ámbito educativo, la tecnología de análisis de microgestos también puede marcar la diferencia. Con cámaras en el aula, podríamos seguir de cerca los gestos y expresiones de los alumnos. ¿El objetivo? Evaluar su nivel de comprensión en tiempo real.
Esto permitiría a los maestros ajustar su enseñanza sobre la marcha, garantizando que la mayoría de los estudiantes estén realmente captando el contenido.
Imagina un aula donde el docente puede identificar si sus explicaciones están resonando con la mayoría, si hay confusión o desconexión. Esto no solo mejoraría la calidad de la educación, sino que también permitiría un enfoque más personalizado en función de las necesidades individuales de los estudiantes.
Finalmente, en el sector de la salud, esta tecnología podría anticipar y diagnosticar diversas enfermedades mentales o psicológicas en sus etapas iniciales, lo que podría mejorar significativamente el tratamiento y la calidad de vida de los pacientes.
El análisis de microgestos es un campo en constante evolución que promete transformar la forma en que interactuamos en una variedad de escenarios. Desde la seguridad nacional hasta la educación, su aplicación es fascinante y prometedora. El futuro está aquí, y estos sutiles movimientos pueden ser la clave para un mundo más seguro, eficiente y conectado. Sin duda, es un terreno que debemos seguir explorando y aprovechando en beneficio de la sociedad.
Octygeek / Alejandro del Valle Tokunhaga
Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones por la UAM.
alejandro.delvalle@octopy.com