Daniela Méndez
Investigadores de la UNAM analizan el veneno de caracoles marinos para diseñar futuros fármacos, pues algunas de sus moléculas podrían ser útiles contra el dolor crónico y enfermedades neurodegenerativas como el alzheimer y parkinson.
En laboratorio, Manuel B. Aguilar Ramírez, del Instituto de Neurobiología (INb), campus Juriquilla, Querétaro, estudia caracoles cónicos o conos (por la forma de la concha) y caracoles túrridos, provenientes del Golfo de México, del Mar Caribe y del Pacífico mexicano.
El universitario, explicó que “hasta ahora, se han probado en modelo animal toxinas individuales de los venenos (puede haber cientos de toxinas en un solo veneno) que causan, por ejemplo, hiperactividad, convulsiones y temblores. Algunas afectan canales de calcio y otras provocan somnolencia”.
Aguilar Ramírez, indicó que “el primer paso es encontrar cuál es la función de la toxina. En general las conotoxinas afectan diversas moléculas en las membranas de las células nerviosas y musculares, como canales iónicos activados por voltaje y por ligando. Se ha visto que son muy potentes y selectivas, es decir, no afectan a otras moléculas”.
Finalmente, Aguilar Ramírez, subrayó que “fue Edgar Philip Heimer de la Cotera quien inició estos estudios en el INb, donde fundó el Laboratorio de Neurofarmacología Marina, en 1996”.
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