Por Manuel Ponce
Matías es un joven pintor que fue criado en el pequeño pueblo de Chimbarongo, al sur de Chile. A sus 23 años, el arte representa una herramienta de sobrevivencia frente a los desafíos psiquiátricos que afronta, y un medio de expresión que le ha dado un entusiasmo por la vida.
Hijo de un padre obrero y una madre temporera, Matías Ávila Gajardo debió pasar sus primeros años de vida internado en hospitales por diversos desordenes de salud.
Fue ahí donde, la fuerza de su temperamento y sensibilidad artística logró sublimarse ante la adversidad y las desventajas, y con el paso del tiempo y dedicación, ir perfeccionando día a día su arte.
Matías comprendió que la pintura era su única alternativa para enfrentar y sobreponerse a los problemas que lo llevaron al borde de la demencia.
El joven chileno, quien sueña con exponer sus obras en una galería, señala que el arte ha sido el pilar que le ha mantenido vivo y superar los problemas con el alcohol, drogas e intentos suicidas.
"El arte me ha ayudado a sublimar la sensación de desamor que he experimentado muchos años".
En la actualidad, Matías estudia psicología, y trabaja en centros culturales como profesor de dibujo y pintura. "He llevado a cabo intervenciones arte-terapéuticas en algunas instituciones para niños que viven situaciones conflictivas muy similares a las mías".
"Sigo aprendiendo y puliendo día a día lo que amo y lo que me ha mantenido en pie todos estos años, mi arte", agregó Matías.
Sobre su obra, Matías remarcó: refleja un universo pictórico que se caracteriza por la abstracción de la figura humana, haciendo uso de la angustia y experiencias personales, con los modelos en cuestión.