Columnas
Una vez pasadas las elecciones del Poder Judicial la radicalización de la oposición se intensifica para allanar caminos a la violencia provocando represión insistentemente.
Desde los conductores de noticieros hasta los grupos de presión tradicionales como empresarios y gremios de alquiler, pasando por los sacerdotes, la consigna extravía los objetivos por la intensa agresividad, como si ésta fuera un fin en sí misma y hubiera una gran carga de rencor por desfogar.
La violencia de la oposición intenta hacer de los conflictos un ambiente generalizado, cuando en realidad hay mucho de violencia inducida que producen ellos desde el discurso hasta la violencia física, pagando agitadores profesionales. La sociedad es lo que menos les importa, lo que quieren de esa sociedad es que se pase a su bando y luchen juntos contra el gobierno.
A pesar de estos excesos, la victoria radica en la tolerancia y la paciencia. Los conservadores se diluyen paulatinamente sin privilegios, son como hielo bajo el sol. Están acostumbrados a violentar para retener lo que no es suyo, agredir todo lo que no está dentro de su pequeño mundo.
Mientras la tolerancia del gobierno siga imperturbable, ellos se consumen porque invierten dinero en la violencia sin respuesta alguna ni desgastan ni atraen simpatías de la población.
La tranquilidad del gobierno es la que mantiene indiferente a la población hacia movimientos artificiales e inconformidades efímeras, con intereses contrarios a sus necesidades vitales.
Frente a las expresiones de violencia de los poderes fácticos, los partidos de derecha PAN, MC y PRI parecen sombras pálidas en el espectro de política conservadora del país. Prácticamente no existen y menos aún pueden defender los intereses que acostumbraban colocar como prioridad en las decisiones de gobierno cuando ejercieron el poder.
El perfeccionismo que exige la oposición del gobierno, es prácticamente sacrosanto. No es de este mundo, porque, para ellos, todo detalle merece mejoramiento, cada palabra debe pronunciarse mejor, cada obra puede ser más barata y cada elección debe darles el triunfo.
Llegaron al extremo de cuestionar errores de diseño en las boletas de votación del Poder Judicial, solicitan excelente dicción en el Congreso, detalles que si no existieran, los alegatos de los opositores carecerían de contenido en el debate parlamentario. Ante la ausencia de críticas sustanciales, de fondo, la banalización de la oposición en la política es la única manera de tener presencia en el Congreso y los medios.
El camino de la oposición para recuperar el poder es encontrando el límite de tolerancia del gobierno. Una vez lograda la tan ansiada represión, cubren tres frentes: el primero desgastar; el segundo, llevar al extranjero la evidencia de violación a los derechos humanos y tercero, tener el derecho a utilizar la represión en cuanto obtengan el poder para que ese rencor extermine al enemigo.