Futbol mexicano: Mercenarios sin identidad

Los tiempos han cambiado en el futbol mexicano, se han perdido valores, identidad y sobre todo respeto a la afición, pues actualmente el término "amor a la camiseta", ha sido desplazado por dinero; los jugadores son mercenarios, se van con el mejor postor y evidentemente no conocen la historia del club que representan.

En el pasado Clásico Nacional entre América y Chivas, 40 millones de aficionados 'rojiblancos' vieron la sonrisa de Oribe Peralta, su costoso delantero, junto a jugadores 'azulcremas', después de perder la edición 178 de esta histórica rivalidad, lo que generó el descontento del público, pues nunca antes se había visto que se intercambiaran camisetas entre estos equipos; este acto fue calificado como irrespetuoso hacia los fieles seguidores del "Rebaño Sagrado" e incluso de los mismos jugadores americanistas hacia sus aficionados.

"El futbol es un deporte de caballeros. Todo caballero sabe que el duelo deportivo termina cuando silba el árbitro y no debe traspasar esa frontera", es parte del comunicado que publicó Peralta, después de ser criticado en redes sociales y por expertos en los medios deportivos. No se le tacha esta acción de compañerismo, pero pudo hacerlo fuera de cámaras, en los pasillos, donde la afición dolida por la derrota menos esperada del torneo está presente, eso es lo que se reprueba.

Lamentablemente el futbol mexicano sufre una fría y cruda etapa de escasez de ídolos. Piensen en el último que recuerden, y estoy casi seguro que algunos mencionarán nombres como: Reyes, Ramírez, Morales, Bravo, Quirarte, Sánchez, esto en Chivas; en América: Blanco, Reinoso, Ortega, Tena, Villa, Zelada, Álves, Fragoso, etc. En otros clubes sonará: Cardozo, "Cabinho", Hermosillo, Borgetti, "Zague", Campos, entre otros, pero conforme pasa el tiempo los ídolos en potencia parten a otras ligas, muy jóvenes y sin asentarse en el club que los ve nacer.

El futbol mexicano ya no es de ídolos, es de referentes de paso, pues el tiempo y las hazañas determinan la altura del pedestal en el que la afición coloca al jugador. El dinero ha manchado este término. Un ejemplo claro es Oribe Peralta, que pudo ser un ídolo americanista, pero los dos millones de dólares libres y anuales, que acordó con Chivas, así como el interés comercial con la marca PUMA, lo enfundaron en los colores del odiado rival.

Lo anterior es puro interés económico, lo que nos pone a pensar... ¿Dónde queda la identidad del jugador con la institución que defiende y representa? No se debe olvidar que el futbol mexicano, no es el Europeo, por más que se quiera imitar, pues este deporte se forjó y desarrolló en nuestro país, entre barro, cuero y la idiosincrasia mexicana, es decir, se convirtió en una cultura, por la pasión y la distinción entre comunidades representadas en una cancha y 22 jugadores.

Para fines prácticos, y como ejemplo, la historia del Guadalajara no sería la misma sin el odio deportivo hacia los antes llamados "millonetas" del América. ¿Recuerdan a Guillermo "El Tigre" Sepúlveda? Una leyenda de Chivas, que hace 55 años realizó un acto de lealtad hacia su escudo, pues el día que los "rojiblancos" le ganaron el Campeón de Campeones a los "azulcremas" por 2-0, el ríspido juego generó la expulsión de este personaje y para asombro de muchos, camino al vestidor, pasó frente a la banca "águila" al tiempo en que se quitaba la playera y recitó la inolvidable frase: "Con esta tienen, hijos de la chingada".

Es probable que esta acción sea calificada actualmente como anti-Fair Play, pero sí es una muestra de lealtad hacia el club, un acto de "amor a la camiseta", algo que quedó muy lejos de lo que hoy conocemos y que vemos cada fin de semana, (ojo, no todos) es decir, a esos mercenarios sin identidad.