El año 2023 ha sido devastador para Bolivia, registrando una cifra histórica en cuanto a incendios forestales. Con más de 3 millones de hectáreas consumidas por el fuego, este es el peor año en términos de siniestros desde 2010. Estos alarmantes datos fueron proporcionados por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil, y reflejan una situación que ha rebasado la capacidad de respuesta local.
Ante esta grave crisis, el ministro de Defensa de Bolivia, Edmundo Novillo, anunció que el país ha declarado estado de emergencia para agilizar la cooperación internacional. “Esta medida permitirá que nuestros aliados y organismos internacionales nos envíen recursos y apoyo técnico de manera más rápida y efectiva”, afirmó Novillo en una conferencia de prensa. El ministro destacó la urgencia de contar con asistencia externa para combatir los incendios.
La temporada de incendios en Sudamérica, que generalmente se desarrolla entre agosto y septiembre, ha sido especialmente severa este año. El país ha sufrido una prolongada sequía desde julio, lo que ha dificultado las labores de extinción de incendios. La falta de lluvias no solo ha favorecido la propagación de las llamas, sino que también ha agotado los recursos hídricos necesarios para combatir el fuego.
En este contexto, el gobierno boliviano se ha visto obligado a solicitar ayuda internacional, reconociendo que sus propios medios están "al borde del colapso". Novillo fue claro al subrayar la gravedad de la situación: “Necesitamos refuerzos internacionales para evitar una catástrofe mayor”.
Las zonas más afectadas, como el bosque Chiquitano, ubicado en la frontera con Brasil y Paraguay, han visto cómo las comunidades indígenas se esfuerzan por defender sus territorios de las llamas. Sin embargo, la magnitud del desastre ha forzado a muchas familias y voluntarios a abandonar sus hogares debido al avance imparable del fuego.
“Los recursos son limitados y el fuego no cede”, lamentó un líder indígena local, quien elogió la valentía de los habitantes por tratar de preservar sus tierras. A pesar de los esfuerzos de los pobladores, muchas familias han perdido sus viviendas y medios de subsistencia, aumentando la crisis humanitaria en estas regiones.
El problema de los incendios no se limita a Bolivia. En Brasil, otro país gravemente afectado, la temporada de incendios ha sido igualmente devastadora. Zonas urbanas y áreas de la selva amazónica han sufrido graves consecuencias debido a la combinación de la sequía extrema y la propagación acelerada del fuego. El Inpe informó que la Amazonía ha perdido miles de hectáreas en lo que va del año, lo que pone en peligro la biodiversidad y agrava el cambio climático.
El impacto de los incendios en Brasil también ha afectado la calidad del aire en varias ciudades, generando un aumento en los problemas de salud pública. La combinación de incendios forestales y sequía extrema ha generado una crisis ambiental y sanitaria en toda la región.
La gravedad de la situación en Bolivia y otros países sudamericanos ha despertado la preocupación de diversas organizaciones ambientales y de gobiernos aliados. La velocidad con la que avanzan los incendios y la limitada capacidad de respuesta local han llevado a las autoridades bolivianas a realizar un llamado urgente a la comunidad internacional para coordinar una intervención efectiva.
“Estamos en un momento crítico. Si no se actúa de manera coordinada y rápida, las consecuencias serán irreversibles, tanto para el medio ambiente como para las comunidades afectadas”, advirtió Novillo. Expertos señalan que factores como el cambio climático, la deforestación descontrolada y la falta de políticas preventivas han contribuido a la magnitud de esta crisis.
La prioridad ahora, según las autoridades bolivianas, es detener la destrucción y prevenir la pérdida de más vidas y ecosistemas únicos. Las hectáreas arrasadas por el fuego ya han causado un daño irreversible en algunas zonas, por lo que la intervención internacional resulta crucial para evitar que la situación empeore aún más.
A medida que la crisis se extiende, la colaboración entre naciones y organizaciones se vuelve esencial para enfrentar una de las peores temporadas de incendios forestales que Bolivia y Sudamérica han experimentado en los últimos tiempos.
Foto por Cuarto Oscuro