Columnas
Recuerdo la anécdota de la visita del emperador japonés Akihito que hiciera a Manuel Camacho Solís, Regente de la Ciudad de México en el año 1992. Cuando el emperador le dice a su traductor que cómo es posible que él esté con los ojos y la garganta terriblemente irritados por la contaminación atmosférica por haber estado solo dos horas en la Ciudad de México (que fue el tiempo de su llegada al aeropuerto y su traslado a la oficina del Regente en el edificio del Ayuntamiento en el zócalo) y ellos se mostraban tranquilos, que no los afectaba esta criminal contaminación atmosférica.
Manuel Camacho contestó al traductor: dígale por favor somos la” Raza de Bronce” a lo que inmediatamente el emperador exclamó: no, dígale que son cucarachas (o sea que ya habíamos mutado y que toleramos niveles muy altos de contaminación química).
Sabemos que esta tóxica contaminación atmosférica nos causa cuando menos 15 enfermedades tanto en la sangre (cánceres) como en pulmones y el sistema nervioso central, además de numerosas alergias.
La organización mexicana Medigraphic publicó un artículo original del estudio “La contaminación del aire deteriora la función olfativa de residentes de la ciudad de México” realizado por los investigadores Marco Guarneros y Robyn Hudson, del Departamento de Biología Celular y Fisiología del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM.
Utilizando una metodología psicofísica, compararon el desempeño olfativo de residentes de la ciudad de México (una región con altos niveles de contaminación atmosférica) con el desempeño de un grupo control del estado de Tlaxcala, una región geográficamente comparable, pero con más bajos niveles de contaminación.
Se comparó la habilidad de treinta adultos jóvenes de cada locación para detectar y describir el olor de leche, de dimetil disulfuro (un producto de la descomposición de la leche) y de dimetil disulfuro agregado a la leche. Los sujetos de la ciudad de México detectaron y describieron los estímulos odorantes a concentraciones significativamente más altas que los sujetos control de Tlaxcala y detectaron y juzgaron negativamente la leche contaminada con dimetil disulfuro a concentraciones significativamente más altas del contaminante que los sujetos de Tlaxcala. Concluye: que el daño en el sistema olfativo causado por la contaminación del aire tiene relevancia en situaciones cotidianas, como la de evaluar la calidad de los alimentos antes de la ingestión. Revelando una nueva afectación a la salud.
*Carlos Alvarez Flores es consultor ambiental. Experto en gestión de residuos y cambio climático. Presidente de México, Comunicación y Ambiente, A.C.
www.carlosalvarezflores.com y Twitter @calvarezflores