Columnas
En política hay tres máximas que tienden a cumplirse: los movimientos radicales (ya sea de derecha o izquierda) retoman el poder después de un periodo de inestabilidad política, y una vez que sucede la acción anterior, los conservadores se agrupan y los progresistas se dividen.
Los movimientos radicales retoman el poder tras la inestabilidad
Cuando una sociedad pasa por periodos de crisis o inestabilidad (económica, social, institucional), las personas suelen perder confianza en el sistema o los partidos que estuvieron en el poder durante años. En estos momentos, los movimientos políticos radicales, tanto de derecha como de izquierda, tienden a ganar fuerza, presentándose como la “alternativa” que ofrece soluciones rápidas y claras para los problemas actuales. Prometen cambios profundos y a menudo se apoyan en discursos simplistas y polarizadores que apelan a la frustración de la gente.
La Izquierda asume el poder y los conservadores se agrupan
Cuando los movimientos radicales llegan al poder, suelen generar reacciones fuertes en los sectores conservadores. Estos grupos, que prefieren mantener el statu quo y temen los cambios abruptos, tienden a unirse para proteger sus intereses. Esta “unificación conservadora” es una reacción defensiva, un intento de preservar el orden y las instituciones tradicionales frente a lo que perciben como una amenaza radical. Por ejemplo, en tiempos de gobiernos progresistas o de izquierda, los partidos y movimientos de derecha suelen unirse en bloques más cohesionados para contrarrestar las reformas.
La Izquierda siempre se divide y lucha contra sí misma
Mientras gobiernan o en el proceso de llegar al poder, los movimientos progresistas suelen ser más variados ideológicamente y, frente a la oposición o al poder, pueden dividirse en distintas facciones que luchan por implementar su visión particular del cambio. Cuando llegan al poder, es común que tengan conflictos internos sobre cómo avanzar, ya que la izquierda suele ser diversa en cuanto a estrategias, enfoques y objetivos específicos. Así, las divisiones entre sectores moderados, radicales y reformistas hacen que, al enfrentarse al poder o a una reacción conservadora, el frente progresista sea menos cohesionado y más susceptible a fracturas internas.
Esta dinámica de ciclos, en la que los radicales se fortalecen en la crisis, los conservadores se unen frente al cambio, y los progresistas se dividen al intentar avanzar, ha ocurrido en muchas democracias y se relaciona con la manera en que diferentes sectores sociales reaccionan al cambio y la estabilidad en tiempos de incertidumbre. Un ejemplo de estos hechos puede ser la doble llegada de Trump al poder en Estados Unidos como representante conservador y por la otra cara de la moneda, Lula Da Silva en Brasil como estandarte progresista, así como la llegada de la 4T a nuestro país en 2018.
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