AFP
"¡Agua, agua!" Emmanuel Macron abandonó Mayotte el viernes después de comprobar la inmensidad de las necesidades en el archipiélago, donde se enfrentó a la angustia de los residentes que estaban exasperados y abrumados por los daños causados por el ciclón Chido.
“Somos una nación” y “Mayotte y Francia, hasta el final”, escribió en la red social quien debe compartir una comida navideña con tropas militares, después de dos días de visita al departamento más pobre de Francia.
Antes de despegar, mantuvo una reunión de la unidad interministerial de crisis por videoconferencia para "transmitir al gobierno y a las administraciones las acciones útiles a tomar", indicó el Eliseo.
"No podremos resolver los problemas fundamentales de Mayotte si no solucionamos el problema de la inmigración ilegal", dijo el presidente a los periodistas por la mañana.
A medio plazo, pretende incrementar, casi duplicar, el número de deportaciones a la frontera desde este territorio del océano Índico, que fue de 22.000 en 2023.
- "Copas del Mundo" -
El Jefe de Estado se desplazó a Tsingoni, un municipio sin salida al mar situado al oeste de Grande-Terre, la isla principal del archipiélago. Lejos de Mamoudzou, la capital, la ayuda, el agua, la electricidad y los alimentos tardan en llegar.
“Queremos agua, agua”, le imploraron varios vecinos.
Uno de ellos, Badirou Abdou, afirma que los helicópteros "arrojaron (...) botellas sobre el campo de fútbol". “Afortunadamente somos una población sabia que no tiene prisa, pero esa no es la mejor manera de hacerlo”, desliza.
Advierte: "Aquí estamos aislados del mundo", hay "gente durmiendo afuera, en el suelo... Las enfermedades van a suceder".
Era "la vía más rápida" para que llegara el agua, "pero lo haremos mejor en los próximos días", aseguró el presidente, precisando que se había desplegado seguridad civil para "despejar" las carreteras.
"Ayer ya se distribuyeron 80 toneladas de alimentos y 50 toneladas de agua en nueve municipios", añadió el ministro dimitido del Interior, Bruno Retailleau, sobre "agua al día", es decir, algo menos de dos litros por persona, en una zona donde Actualmente la temperatura supera los 30 grados.
Durante su paseo, Emmanuel Macron se agachó frente a Moinecha Djindani, de 70 años, quien lo bendijo en mahorés. “Tienes que mirarme fijamente a los ojos: soy tu madre, tengo un hijo mayor que tú”, le dijo acariciándole la cabeza. “Estamos luchando para restablecer el agua y no nos vamos a rendir”, prometió el jefe de Estado. “Estoy muy feliz”, asintió el septuagenario entre risas.
- “10.000 veces más mierda” -
El jueves, durante un primer día a veces tenso en estas islas arrasadas el 14 de diciembre por el ciclón más violento en 90 años, Emmanuel Macron pudo comprobar la magnitud de los daños y la magnitud de la angustia, soportando largas horas. ante la impaciencia, la ira y la desesperación de los Mahorais que a veces lo perdían todo.
“¡Si no fuera Francia, estaríamos 10.000 veces más en problemas!”, replicó el presidente el jueves en medio de la multitud gritando, comentarios que le valieron fuertes críticas de la oposición en París.
Según cifras provisionales, se han contabilizado oficialmente 31 muertos y unos 2.500 heridos. "Es probable que haya muchas más víctimas", admitió Emmanuel Macron, recordando que se había llevado a cabo una misión para establecer un balance exacto.
Alrededor de un tercio de la población de Mayotte, es decir más de 100.000 habitantes, en particular personas en situación irregular procedentes de las vecinas Comoras, viven en viviendas precarias.
"Poner fin" a los barrios marginales y "eliminar" estos hábitats "indignos" y "peligrosos" es uno de los objetivos de la ley especial prometida por el presidente para "reconstruir" Mayotte. El primer ministro François Bayrou ha fijado un plazo potencial de dos años para esta reconstrucción.
En una estación de servicio situada al pie de uno de estos barrios marginales, el de Kaweni en Mamoudzou, los residentes que hacen cola con la esperanza de conseguir suministros, en particular para los generadores de energía, dejaron estallar su frustración.
"Estamos cansados. Estamos hartos. Tenemos sed. Tenemos hambre", afirma Yazéa Abdou, una joven de 26 años de Mahor, que asegura a la AFPTV que "la gente duerme en la estación", por Falta de algo mejor.
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