El contrasentido que algunos periodistas consideran que son los principales interlocutores y tema central del Presidente de la República en las conferencias mañaneras. El hecho de que asistan a la conferencia y sean testigos y equilibrios del discurso del Ejecutivo no quiere decir que las palabras de López Obrador estén dirigidas a los periodistas.
La inercia de muchos años de sentirse, lo que dieron en llamar líderes de opinión, los hicieron creer que el poder les hablaba a ellos, y ellos, decidían lo que difundían para una población a la que consideran todavía menor de edad.
La carta firmada por algunos periodistas es una muestra de cómo llegaron a creerse los únicos y auténticos interlocutores del poder político, y consideran que pueden moldear la difusión de la información de la Presidencia, que los utiliza para comunicar a los ciudadanos. Es decir, que sean un medio para dar a conocer la realidad y no la interpretación de la realidad.
Cualquiera que sea el motivo de la solicitud de regulación o recato de la palabra del ejecutivo, lo cual nunca había ocurrido de parte de los comunicadores, muestra a los periodistas como Torquemadas, tratando de coartar la libertad de expresión del Presidente. Lo cual habla de una pérdida total de contacto con la realidad, de olvido de sus atribuciones originales, de desdén por su compromiso social, de su responsabilidad histórica.
Puede ser el Presidente del partido que gusten, pero la simple sugerencia de la censura de los periodistas hacia cualquier persona más aún si fue elegida por una gran mayoría en las urnas, pinta a algunos periodistas como antidemocráticos y autoritarios.
Es evidente que creen que las conferencias matutinas se la dedica el Presidente para bien o para mal. De otra manera no se explica la carta. Por otra parte, ellos hablan de sí mismos, como seres etéreos que no rompen un plano, como si tuvieran una honorabilidad a toda prueba, cuando en realidad más de uno tiene cuentas pendientes con la justicia y no qué decir de su divorcio con la verdad.
La percepción que algunos periodistas tienen de sí mismos explica la desinformación que existe en el país y la violencia que intenta polarizar un proceso de conciencia política. Polarización es cuando en un partido de futbol se golpean hasta matar al aficionado contrario, en la política las ideas imperan y la civilidad prevalece, pero aún en esa civilidad de pensamiento hay excesos que se muestran como un verdadero delito violento.
Resulta sintomático el hecho de que los 180 periodistas que quieren vetar las mañanera ni uno ha asistido nunca a una de ellas. Pero si son parte de quienes los anteriores gobiernos inflaron de dinero y fama, para que ahora se vuelven inquisidores de las tareas que han olvidado.