Columnas
A escasos días de que se termine el primer sexenio de la Cuarta Transformación, y a menos de un mes del inicio de la LXVI Legislatura, las reformas constitucionales que propuso el actual presidente del Palacio Nacional el pasado 5 de febrero se están cocinando a todo vapor, con una finalidad clara: dejar testimonio del gran poder y control que se tiene del Estado y establecer un legado jurídico y de control para el pueblo de México.
Lo anterior, para muchos, parecerá un exceso e incluso un comentario desproporcionado, pero la realidad muestra lo contrario. La empresa multinacional china Midea, que desde el año 2008 ha venido invirtiendo en nuestro país, creando una presencia importante en el mercado de electrodomésticos, iba a consolidarse con la construcción de una planta en Ramos Arizpe, Coahuila, la cual se ha puesto en pausa; dejando de lado la multimillonaria inversión y sin empleo a las personas ya contratadas; hasta que no se defina el panorama sociopolítico nacional y nuestras relaciones con el país vecino, las cuales están en vilo desde el primer minuto de la aprobación de la reforma judicial y la desaparición de los órganos autónomos. El futuro es incierto.
El hecho de que una empresa china esté deteniendo la inversión en nuestro país hace encender los focos no solo a nivel nacional, sino internacional, ya que estas empresas provienen de una ideología política socialista que, a lo largo de los años, ha comprendido la importancia de la economía de mercado para el desarrollo integral de la riqueza de su población, haciéndose competitivas y líderes en muchos sectores.
Es muy posible que, derivado de estas reformas exprés, las grandes empresas busquen otros lugares para instalar sus operaciones, aun cuando la distancia del mercado global más importante sea mayor y los costos iniciales se incrementen. Estas empresas buscan no solo la cercanía con Estados Unidos, sino también certeza jurídica para que sus inversiones crezcan y generen ganancias, cuestión que ha entrado en duda con las mencionadas reformas.
La presidenta electa va a iniciar un sexenio realmente complicado, sin posibilidad de delinear su administración adecuadamente, ya que desde el inicio de su mandato se encontrará con grandes desafíos heredados de la administración saliente y la urgente necesidad de legislar los cambios constitucionales que se han dado, para generar una visión de Estado de derecho que incentive la inversión y genere tranquilidad en los mercados. Los pronósticos de crecimiento para este año van de mal en peor, como lo indica S&P Global Ratings, que redujo su proyección a tan solo 1.6%, esto después de haber hecho en junio una proyección mucho más alentadora del 2.2%. Sheinbaum no solo tendrá que trabajar y crear lazos con las fracciones que representan a las minorías, sino también con los de su misma fracción, que bajo el deber ser deberían perseguir los mismos intereses, pero se encontrará con la sombra de un caudillo, la cual no le permitirá la total libertad de dirigir su administración; ya que, como todos sabemos; muchos, antes de cualquier decisión, se vincularán con el de palenque para saber la línea a seguir en la toma de decisiones.
Va a ser complicado el inicio del sexenio y lo será aún más si no se construye un andamiaje político que permita avanzar hacia el desarrollo democrático del país, reiniciando relaciones con todos aquellos con los que han sido pausadas, ya sean gobiernos, conglomerados industriales, asociaciones civiles o instituciones gubernamentales.
Javier Agustín Contreras Rosales. Colaborador de Integridad Ciudadana AC, Contador Público, Maestro en Administración Pública @JavierAgustinCo @Integridad_AC