Robo de coladeras, negligencia administrativa e inoperatividad policiaca

Exdiputada federal, asesora de la AC Impulsa y colaboradora del STUNAM

Tal parece que la política de movilidad y de infraestructura urbana en la Ciudad de México no representa para las autoridades una tarea prioritaria, pues diariamente, los capitalinos –además de transitar por banquetas y vialidades en mal estado–, deben sortear el peligro que, para su integridad física, representan las coladeras de aguas negras que no cuentan con tapaderas metálicas o de cemento, bien porque se hallan en mal estado o –como ya se ha hecho una criminal costumbre–, fueron hurtadas, para ser vendidas por kilo en los negocios ilegales que existen en varios puntos de la metrópoli.

El pasado jueves 10 de noviembre, en la alcaldía Iztacalco, perecieron dos hermanas, de 16 y 23 años, quienes, en compañía de su padre, se dirigían a un concierto en el Palacio de los Deportes. Al caminar, una de ellas cayó abruptamente en una coladera abierta, se golpeó la cabeza y quedó semi inconsciente. Su hermana, al tratar de ayudarla, corrió la misma suerte, pese a los esfuerzos de su progenitor por rescatarlas, debido también no sólo a los efectos de la caída, sino a la grave intoxicación por el metano acumulado en el conducto de aproximadamente 3 metros de profundidad, que no contaba con una cubierta de protección.

Al parecer, ya se había informado a las autoridades sobre esta anomalía, que suponía un riesgo para la integridad de los transeúntes de la zona, pero no hubo respuesta. La muerte de estas jóvenes debe obligar a las autoridades a adoptar medidas eficaces –no sólo para reponer las tapaderas–, sino también para frenar el robo de las cubiertas de las coladeras, y castigar a los perpetradores de estos ilícitos, y a los dueños de los pesaderos, como son conocidos aquellos establecimientos que, ilegalmente, compran y venden mobiliario y equipamiento urbano el mercado negro.

El desafortunado caso de estas jóvenes, víctimas colaterales del robo de alcantarillas, no es un hecho aislado; es un problema que ya ha dejado heridos de gravedad, víctimas fatales es igualmente daños materiales a los vehículos que transitan por estas áreas.

Este es un problema de atingencia que tiene dos vertientes: la primera, es la irresponsabilidad administrativa, por no atender este tipo de riesgos latentes, y la segunda, la incapacidad de las autoridades policiacas para desarticular las bandas delincuenciales que se dedican al robo de tapas metálicas de las coladeras en la CDMX, por lo que este delito ha seguido creciendo.

En la capital del país se tienen reportadas 960 mil coladeras pluviales, 250 mil pozos de vista y más de 100 mil rejillas de piso e información del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX) revela que el costo anual del robo de coladeras es de casi 4 millones de pesos y que a diario se reponen en promedio 10 tapas de alcantarillado y otros accesorios de drenaje.

En el Congreso local, la diputada Polimnia Romana, presentó una iniciativa para evitar el robo de coladeras y el cableado eléctrico que plantea sancionar con mayor rigor a los llamados pesaderos. La propuesta plantea penas de cuatro a nueve años de prisión y multas de 9 mil 622 a 13 mil 470 pesos por el delito de encubrimiento por receptación y el cierre definitivo de los establecimientos que se presten a fomentar este delito.

Las tapas de alcantarilla pesan en promedio 50 kilos o más y cada kilo del material con el que están hechas se cotiza en 5 pesos, por lo que los ladrones obtienen alrededor de 250 pesos por pieza.

De 2020 a la fecha el SACMEX gastó 33. 6 millones de pesos de recursos públicos para la reposición de accesorios de drenaje y agua potable que en la mayoría de las veces fueron robados. El aditamento más caro, es la rejilla de piso –que el SACMEX compra a poco menos de 10 mil pesos por unidad–, pero cuando hay que reponer una alcantarilla paga en promedio casi 12 mil pesos. El proceso de reposición de accesorios de drenaje no debiera tardar más de dos días.

El robo o faltante de accesorios de drenaje se concentra principalmente en las alcaldías Venustiano Carranza, Gustavo A. Madero, Miguel Hidalgo, Azcapotzalco y Tlalpan. En ellas hay decenas de avenidas primarias afectadas como Circuito Interior, Insurgentes Norte, Constituyentes, Calzada Vallejo, muchas de las cuales son vías rápidas en las que se podrían generar accidentes fatales.

Las autoridades decidieron crear un comité que dé seguimiento a los reportes del Sistema Unificado de Atención Ciudadana (SUAC), pero este de nada servirá, si no se cuentan con la participación de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, con los recursos necesarios y la infraestructura policial y administrativa, para detener a los responsables y reponer las tapas de las coladeras faltantes.

El deterioro y mal estado o robo de tapas de coladeras, a muchos podría parecerles un asunto menor, pero no lo es, de ahí que resulte urgente y necesario impulsar medidas y realizar las adaptaciones que garanticen la priorización del peatón en las políticas públicas y decisiones en materia de movilidad, porque además de las víctimas fatales, los accidentes con heridos leves o daños materiales son permanentes. Considero que no basta con sólo iniciativas del gobierno capitalino para usar material reciclado para elaborar nuevas tapas de coladeras –y tratar de inhibir con ello el robo del mobiliario urbano–, ni tampoco con la actualización de los protocolos de revisión.

El lamentable accidente al que me he referido al inicio, es sólo testimonio del adagio popular que señala que “ahogado el niño, a tapar el pozo”. Y ojalá sí reaccionen. No queremos más niños, ni más jóvenes o más adultos lesionados o muertos, a causa de este tipo de negligencias administrativas o perjudicados por la inoperatividad policiaca para desalentar e inhibir el robo de coladeras y capturar a los responsables de este ilícito que –como una plaga–, se ha extendido por los cuatro puntos cardinales de la Ciudad de México.

Exdiputada federal, asesora de la AC Impulsa y colaboradora del STUNAM