Columnas
Te levantas a las 5 de la mañana, te bañas, te vistes, sales de casa. Tu familia duerme. Llegas al trabajo. La rutina. Hacer lo que te encargan ¿para qué? Para ganar un sueldo que medianamente ayude a satisfacer las necesidades materiales de tu familia. Larga jornada laboral, con su respectiva hora intermedia de comida. Otra vez el viaje de regreso. El intenso tráfico de la Ciudad. Regresas a casa. Si hay sobrantes de lo que comió la familia, lo metes al microondas y cenas. Ya todos duermen.
5 días. Viernes, “gracias a Dios.” Ya falta poco. Llega el fin de semana. Hacer compras, visitar a los papás (si aún viven.) 2 días se van volando. Domingo por la tarde. No hubo tiempo para descansar. Odias los lunes. Pasan los días y las semanas, todas iguales.
Obreros, “godínez” o emprendedores. Ligeras variantes dentro del sistema.
En la mitología griega, Sísifo, rey de Corinto, fue condenado por los dioses a un castigo infame: perder la vista y empujar una pesada roca hacia arriba de una cuesta, pero antes de lograrlo, la roca caía de regreso, teniendo que repetir perpetuamente la inútil y absurda labor.
En “El mito de Sísifo” el filósofo y escritor Albert Camus reflexiona sobre lo absurdo de la vida de las personas en el mundo moderno, a partir del uso de esa historia como una metáfora.
¿Somos capaces de ser libres en esta nueva forma moderna de esclavitud? ¿Tiene la vida algún sentido, y si es así, cuál es este?
Somos más herederos del castigo que le fue impuesto a Sísifo por Zeus, que de aquel que recayó sobre Adán y Eva expulsados del edén y obligados a trabajar para ganarse el alimento “con el sudor de su frente.” O quizás se trata de una combinación de ambos castigos. El “trabajo fecundo y creador” llega a convertirse en una serie de tareas repetitivas que logran perder toda razón y sentido.
“Una extraña locura se ha apoderado de las clases obreras de los países en que reina la civilización capitalista. Esa locura es responsable de las miserias individuales y sociales que, desde hace dos siglos, torturan a la triste humanidad,” dice Paul Lafargue, (yerno de Marx) en su libro: “El derecho a la pereza.”
Por su parte, a Confucio se le atribuye la frase: “Encuentra un trabajo que te guste, y no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida.”
En mi opinión, no se trata de lograr que “te guste” lo que haces en tu trabajo. ¿Qué sentido tiene adornar tu prisión?
Si se pudiera vivir bien sin trabajar, ¿alguien elegiría el trabajo?
Flor de Loto: La vida es una repetición incesante de tareas monótonas y sin sentido, que realizamos mientras somos capaces de respirar.