Columnas
Donald Trump suma cuatro semanas de terror como estrategia política en su regreso a la presidencia de los Estados Unidos. La imposición de aranceles son una herramienta clave en su estilo de gobernar, los utiliza para presionar y alinear a los socios y enemigos comerciales de su país como México y China.
Prueba de ello, la reciente orden ejecutiva para imponer aranceles de 25 por ciento a las importaciones de acero y aluminio a todos los países y el amago de que las tarifas seránmás altas, afectando a la industria estadounidense, la mexicana, la canadiense y las de Europa y Asia.
Donald Trump se asume como el Mesías redentor de Estados Unidos y está convencido de que puede modificar la estructura económica global a favor de su gobierno y país, a pesar de las advertencias sobre los efectos negativos de sus políticas.
Al igual que durante su campaña, mantiene su discurso populista para generar empatía con los estadounidenses. Más de una vez ha dicho: “Cada día me despierto con la determinación de dar una mejor vida a la gente olvidada del país, yo soy la voz de ustedes” y bajo este argumento ejerce sus políticas de miedo y discriminación en materia migratoria y de seguridad.
En el caso de México, desde noviembre de 2024, Trump anunció la imposición de un arancel del 25% a todas las importaciones provenientes de México y Canadá, como una medida para detener la “invasión” de drogas, especialmente fentanilo, y la inmigración ilegal hacia Estados Unidos. El pasado 1 de febrero, condicionó la suspensión de estos aranceles a la reducción significativa de estos flujos y el reforzamiento de la seguridad en la frontera norte mexicana.
Sin embargo, la amenaza sigue, el Departamento de Justicia de Estados Unidos emitió un memorándum para todo su personal en el que se pide la eliminación total de las organizaciones criminales transnacionales, incluidos los cárteles mexicanos. La premisa es clara: desaparecer a estos grupos que ha etiquetado como terroristas.
Y para que no queden dudas, desde hace unos días, aviones espías estadounidenses buscan información sobre cárteles de drogas mexicanos, con vuelos de vigilancia en los estados del norte, principalmente Sinaloa. Aunque las autoridades mexicanas lo niegan.
Incluso, Trump amenazó con lanzar bombas sobre laboratorios de fentanilo y enviar fuerzas especiales para eliminar a los líderes de los cárteles, acciones que podrían violar la soberanía de México y complicar las relaciones con el mayor socio comercial de Estados Unidos.
Pero, a Trump, no le importa, el vende el sueño de Make America Great Again (Haz a los Estados Unidos grande otra vez) y quiere que los costos de su populismo los pague el mundo hasta el 2024. El futuro es incierto.