Columnas
En un mundo globalizado, las desigualdades sistémicas se presentan como barreras insuperables para millones de personas, especialmente para aquellas que pertenecemos a comunidades históricamente violentadas. El "Manifiesto por la Igualdad" de Luigi Ferrajoli ofrece un marco teórico crucial para analizar estas desigualdades y para imaginar un futuro donde los derechos no sean privilegios, sino garantías universales. En esta ocasión me gustaría reflexionar sobre cómo las ideas de Ferrajoli pueden iluminar las profundas desigualdades que enfrentan las personas LGBTIQ+ en el mundo global, con énfasis en las estructuras económicas, las violencias legales y las exclusiones culturales.
La distribución desigual de la riqueza a nivel global perpetúa sistemas de exclusión donde las personas LGBTIQ+ enfrentamos barreras adicionales. Según datos de organismos internacionales, las personas de la diversidad sexual tenemos mayores probabilidades de trabajar en economías informales debido a la discriminación laboral sistemática.
Ferrajoli argumenta que la igualdad no puede reducirse a la igualdad formal ante la ley; debe extenderse a la esfera material, garantizando recursos y oportunidades para todas las personas. La aplicación de este principio requeriría reformas económicas profundas que incluyan políticas laborales con enfoque antidiscriminatorio y programas de redistribución que aseguren una vida digna para las comunidades marginadas.
En más de 60 países, las relaciones entre personas del mismo sexo siguen siendo criminalizadas, y la violencia hacia las personas trans alcanza niveles alarmantes. Estas violencias legales, que Ferrajoli denominaría como violaciones a los derechos fundamentales, están enraizadas en sistemas legales que perpetúan desigualdades y legitiman exclusiones.
La propuesta de Ferrajoli de construir democracias sustantivas exige la creación de marcos legales que no solo reconozcan los derechos de las personas LGBTIQ+, sino que también implementen medidas para protegerlos efectivamente. Esto incluye la derogación de leyes discriminatorias y la creación de instituciones que trabajen por la inclusión y seguridad de estas comunidades.
Dentro de la comunidad LGBTIQ+, no todas las experiencias son iguales. Las mujeres lesbianas, las personas trans y las personas LGBTIQ+ racializadasenfrentamos desigualdades que se agravan por su género, raza, etnicidad o clase. En América Latina, por ejemplo, las personas indígenas LGBTIQ+ son doblemente marginadas por sistemas que combinan racismo y LGBTIQfobia.
La perspectiva de Ferrajoli invita a reconocer estas desigualdades acumulativas y a desarrollar políticas públicas que respondan a las necesidades específicas de los grupos más vulnerables. Esto incluye programas educativos que promuevan el respeto por la diversidad y la implementación de medidas de acción afirmativa.
El "Manifiesto por la Igualdad" de Luigi Ferrajoli nos recuerda que la lucha por los derechos humanos no puede limitarse a declaraciones de buenas intenciones. En un mundo globalizado, donde las desigualdades económicas, legales y culturales se entrelazan para perpetuar la exclusión de las personas LGBTIQ+, es imprescindible construir sistemas que garanticen una igualdad sustantiva.
Adoptar la visión de Ferrajoli significa imaginar un futuro donde las barreras estructurales sean derribadas y donde todas las personas puedan ejercer sus derechos en condiciones de verdadera libertad e igualdad. Este es el reto para las democracias contemporáneas y para las luchas globales por la justicia social.
Andrea Gutiérrez