Columnas
Hace unas semanas traté en este espacio (4-jul-24) sobre lo justo y necesario que me parece que el deporte femenil sea protegido de la incursión de hombres, que, protegidos por la agenda LGTB…, etc., pretenden alcanzar logros que en el ámbito varonil jamás podrían. Cuando aún no han terminado los olímpicos de París estalló el escándalo por la presencia de dos atletas mujeres que han sido acusadas de ser hombres, la coreana Yu-Ting y la argelina Imane Khelif, ambas boxeadoras. El caso de esta última me parece especialmente interesante, puesto que no se trata únicamente de alguien que pretende ser lo que no es, sino que implica otro tipo de consideraciones complejas y de difícil solución:
Imane Khelif es una boxeadora argelina que compite en la categoría de los 66 kg (en profesional sería peso welter), nació mujer, ha sido tratada y educada como tal y así se considera a sí misma. Pero no es tan fácil el asunto: sus cromosomas son XY, propios del sexo masculino, aunque posee genitales femeninos. No es una enfermedad, es una rara condición médica que afecta a menos del 1% de la población mundial, llamada hiperandrogenismo, es decir, su cuerpo produce un exceso de hormonas masculinas, especialmente testosterona, que le dan una ventaja competitiva frente a otras mujeres.
Algunos medios irresponsables y poco éticos la señalaron con dedo flamígero acusándola de ser una atleta trans, pero como acabo de exponer no hay tal. Imane Khelif es mujer y punto. Ahora bien, es muy importante recalcar que en Argelia la ideología de género no existe; dada su tradición, este país carece de personas trans, está prohibido realizar cambios de sexo, para ellos, y en general para el mundo islámico simplemente está fuera de lugar. Luego entonces (como decían los profesores de antaño), queda claro que no hay detrás un intento tramposo por parte de los argelinos para ganar una medalla. Khelif compitió en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (2021) y fue eliminada en los cuartos de final, lo que significa que no es invencible ni mucho menos.
Adicionalmente, el caso de la boxeadora argelina ha derivado en un enfrentamiento entre organismos: el COI (Comité Olímpico Internacional) avaló la participación de Imane después de practicarle un examen, discrepando totalmente con el dictamen que la IBA (International Boxing Association), emitió en 2020 prohibiendo su participación en competencias, tras una serie de pruebas, cuyos detalles no se rebelaron para proteger su privacidad. La IBA está dedicada a regular las normas del boxeo aficionado internacional a nivel competitivo, así como celebrar periódicamente competencias y eventos. Tiene su sede en Lausana, Suiza y cuenta con 203 federaciones nacionales afiliadas, su presidente desde hace cuatro años es el ruso Umar Kremlev. Es probable que ahí se encuentre el fondo del caso, el COI, ligado a los intereses geopolíticos occidentales no acepta la autoridad de un organismo dirigido por un “oligarca ruso aliado de Putin”. En fin, es un asunto interesante que nos da pie para reflexionar.