Al estar en casa y utilizar mecanismos electrónicos nos conectamos con el mundo exterior, utilizando herramientas que evidencian quiénes somos, qué hacemos en nuestro entorno personal, cómo somos realmente desde nuestros hábitos más comunes, hasta nuestra vida íntima.
Ser como somos realmente está quedando expuesto a través de estas comunicaciones con el mundo exterior. Muchas veces por descuido, y otras por voluntad, nos mostramos de tal manera que ello genera una gran cantidad de información sobre nuestra vida, que resulta de gran interés comercial.
Por descuido o por falta de pericia para manejar lo virtual, en algunos casos, y, en otros, por vanidad, exponemos a la luz pública lados más personales, la forma de relacionarnos, o bien algunos entornos que creemos simpáticos, pero que exponen violencia en casa, alcoholismo, adicciones y soledad extrema, por mencionar algunas.
En estos días, no podríamos sobrellevar este confinamiento sin las herramientas tecnológicas. Usarlas genera conexión para continuar con lo laboral, escolar, comercial y social, pero esto ha sido a costa de evidenciar nuestra privacidad. Lo preocupante de esto es que la información recopilada se hace sin control, propiciado por la exposición a la que nos obliga el confinamiento, por la necesidad de conservar esos vínculos, a pesar de perder un entorno privado, necesario para el ser humano.
La privacidad es un ámbito personal que debe cuidarse, porque es el entorno en el cual el ser humano se reconstruye (o se destruye). Evidenciarlo, ya sea voluntaria o involuntariamente, sin protegerlo genera un entorno en el que dejamos de ser personas para ser la mercancía; aunado a la burla o escarnio que en otros casos nos dañan sin remedio. Es lamentable ver cómo se vuelven celebridades, con gran cantidad de seguidores, personajes sin nada de talento, más que el de burlarse de los demás, o tener popularidad con base en imágenes que ridiculizan por una popularidad que carece de talento o arte.
La tecnología es muy útil, es una herramienta. No seamos la materia prima. El confinamiento ha puesto en evidencia todo aquello que nos distingue como seres humanos. Saquemos lo mejor de nosotros mismos, no por competencia en redes, sino por convicción. Dejemos a un lado conductas instintivas que ponen en evidencia lo más negativo de las personas.
Estar confinados te permite conectar contigo mismo también. Escribe, lee, cocina, pinta, canta, ¡¡¡Vive!!! Los hombres y mujeres que han trascendido en la historia no contaban con tecnología, y quienes la inventaron lo hicieron para aportar a la humanidad.
Hay muchas cosas que se pueden hacer, sobre todo contigo mismo. Tu privacidad es lo más importante de ti; son tus datos y no todos debemos conocerlos ¡no los expongas!
Tu privacidad vale mucho, tus deseos y necesidades también, que sean los que ofrecen los que estén a tu servicio, y no tu privacidad y tu vida.