¿Por qué matar a un periodista?

La neta es lo más cercano a la verdad

Por que matarle es matar la verdad. Y es, al mismo tiempo, el espacio de las sombras, el lugar de la seguridad que da el silencio, donde quien mata, no mata a la persona, mata la posibilidad de encontrarse desnudo ante los ojos de quien lee, de quien mira, de quien oye.

La palabra es. Y quien es, es capaz de decir que es dueño de la realidad.

En las sombras de la hoja en blanco es donde vive el miedo, donde el monstruo no tiene rostro ni forma. La televisión y el radio, sin alguien que cuente la realidad que luchamos por ocultar, es el bosque medieval donde el demonio se esconde en la penumbra del silencio y la ignorancia.

Quizá nada sea tan poderoso como la palabra, pues es ella un ser vivo, que nace en el principio de la historia para ser heredada para anidarse en cada persona. Aprendemos a decir para aprehender el mundo.

Todo lo conocemos porque es dicho, aprendido y aprehendido, sujetado, expropiado. Lo que decimos lo hacemos nuestro, lo sumamos a nuestros miedos y anhelos, a nuestros recuerdos, nuestros temas de conversación. Creamos límites, héroes, dioses y canallas.

Por eso el temor y el enojo de quien jala el gatillo. Quien mata, mata la verdad porque no quiere salir de su escondite, para ser conocido, re-conocido, no quiere tener un nombre para todos, un rostro, un número, quiere seguir siendo el temor que vive en la noche de la página vacía.

En México, De 2000 a la fecha Artículo 19 ha documentado 148 asesinatos de periodistas en México, en posible relación con su labor. Del total, 136 son hombres y 12 son mujeres.

De estos, 47 se registraron durante el mandato anterior del presidente Enrique Peña Nieto y 28 en el actual de Andrés Manuel López Obrador.

El gobierno de Javier Duarte, que comenzó en diciembre de 2010 y finalizó el 30 de noviembre de 2016 en Veracruz, ha sido el más letal para los comunicadores: 18 periodistas asesinadas/os (incluyendo al fotoperiodista Rubén Espinosa). Dicho estado tiene el mayor registro de asesinatos de periodistas, con 31. El caso más reciente es el de la periodista Lourdes Maldonado, asesinada el 23 de enero en Tijuana, Baja California.

El asesinato de periodistas y comunicadores sociales es la forma más violenta de vulnerar el derecho a la libertad de expresión, ya que no solamente anula el derecho a la vida de la víctima, sino que afecta el derecho a la integridad psíquica y moral de su familia y priva a la sociedad de una fuente de opinión e información.

El terror está en el silencio, en las sombras y quien habla es la luz. Piense en una noche si luna, sin estrellas, sin focos en donde usted se imagina un cachorro comido por las hormigas.

Matar al periodista es matar una fuente de luz, es apedrear al sol para apagarlo, para evitar que amanezca.

El monstruo, el ser dañado que empuña el arma no quiere la luz sobre de él, quiere el terror y su rostro en las sombras, mientras su aura se escurre entre las narco-series, los corridos, el rumor, siempre al margen, siempre por debajo. Pero la luz de la palabra arrasa, aplasta, evidencia, deslumbra y hace aparecer todo. Eso es lo que quieren matar, pero la palabra perdura pues ella misma es el tiempo y la historia. No tiene prisa, su silencio, sólo es el silencio entre palabra y palabra.

Matan, eso sí, una familia, sueños, anhelos, futuros. Nace dolor y eso, siempre, es la semilla para nuevas palabras, que tarde o temprano, perdurarán más que quien se atreve a jalar un gatillo.