Hace unos días estaba pensando “al menos 2019 acabó sin una sensación de hartazgo e impunidad”. Al momento me di cuenta que estaba en automático, normalizando de nuevo la violencia. Tratando de encontrar esperanza entre las cosas que todavía no veo llegar. Es verdad, quizá no hubo un “escándalo” internacional sobre violaciones de derechos humanos, pero las estadísticas hablan por sí solas. ¿Será que nos estamos acostumbrando a lo poco?
Si usted revisa superficialmente las noticias en línea, se dará cuenta que si bien no ha habido grandes y mediáticos casos de violencia, las cifras son inadmisibles. Según un artículo de La Silla Rota, entre el 20 y 26 de diciembre asesinaron diariamente a 74 personas en todo el país.
En los únicos estados donde no hubo asesinatos fue en Durango, Aguascalientes y Campeche. En las entidades donde más crímenes hubo fue en Guanajuato, Estado de México, Jalisco y Baja California. Mientras estábamos en un ambiente navideño; de alegría y gozo, cientos de personas estaban siendo asesinadas en la mayoría del territorio nacional.
En el último año mataron a 32 activistas mexicanos. Las causas eran múltiples, tierra, igualdad, comunidad LGTB, comunicadores, etcétera. Alrededor de 3 mil mujeres fueron asesinadas en este país. No tenemos las cifras de personas desaparecidas que hayan regresado a sus casas. Los cuerpos encontrados en más de mil 600 fosas en todo México, siguen esperando a ser identificados.
No sabemos nada sobre los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, no sabemos claramente lo que sucedió. No tenemos avances en las investigaciones de los casos de la guardería ABC y nos hemos acostumbrado a vivir sin respuestas.
Ya tenemos al presidente que prometió estar del lado del pueblo. Ya cumplió casi todo lo que prometió en campaña. Esas acciones que aseguró, traerían bienestar a los mexicanos. Al combatir la corrupción, que consideró la madre de todos los males, las calles se percibirían más tranquilas. Los mexicanos podríamos salir a pasear. Podríamos confiar en que vivimos en un país seguro.
Ya tenemos una guardia nacional que el presidente defendió a capa y espada. En las calles, vemos que la violencia sigue aumentando y los resultados no han llegado. Tenemos que ser claros en que poca atención mediática a los sucesos violentos o la falta de escándalos internacionales sobre violaciones a los derechos humanos, no significa que las calles han recobrado su tranquilidad. Señor presidente, nosotros tenemos otros números.