El calendario gregoriano, que actualmente constituye el sistema de medición anual en casi todo el mundo, fue instaurado por el Papa Gregorio
XIII en 1582, y sustituyó al calendario Juliano que se utilizaba en la antigüedad. Su datación originaria, aunque es reconocidamente inexacta, parte de una aproximación arbitraria a la posible fecha del nacimiento de Jesús.
Además, este calendario, entre otras particularidades, no cuenta con un año cero; lo cual, al menos desde el punto de vista matemático, constituye otra
inexactitud. Ello ha generado discusiones sobre si el inicio del año 2020 corresponde o no al comienzo de una nueva década, o si ésta iniciará al finalizar el presente año (es decir, hasta 2021). Por su parte, el sistema de medición internacional ISO considera que el cómputo de una década inicia en el año que comienza con 0 y concluye en el año que termina con 9.
De cualquier forma, algo que no está sujeto a discusión es que la suma de 10 años constituye un decenio; de tal manera que, para abstraernos de la discusión respecto de si estamos o no en este momento frente al inicio de una década; lo que sí podemos afirmar sin mayor debate es el inicio de un decenio, o lapso de diez años, a partir de este 2020.
En los últimos decenios de la historia de la humanidad, hemos visto una importante evolución cultural, y sobre todo tecnológica en la vida del ser humano. Se ha acelerado más que nunca el proceso de evolución social.
Generaciones anteriores se sorprendieron con la llegada de la televisión, que sustituyó al radio. La computadora revolucionó al mundo. El internet hizo que una computadora fuera mucho más que un sofisticado sustituto de la máquina de escribir, ya por aquel entonces eléctrica.
La computadora expandió su potencial al surgir el internet, y ambos transformaron nuestra vida. Al surgir los dispositivos inteligentes, su portabilidad se convirtió en un elemento determinante; y de inmediato surgió una nueva herramienta: las redes sociales, que han aportado mucho a las relaciones sociales y a la cultura. Cambiaron pautas de conducta, acortaron distancias y agilizaron la comunicación.
El internet de las cosas (IoT), la inteligencia artificial y otros avances, hacen la vida del ser humano más ágil y cómoda, pero también más dependiente de la tecnología.
El próximo decenio seguramente nos permitirá observar la consolidación de algunos de estos elementos y la decadencia de lo obsoleto.
Cada vez más sacrificamos la calidad de nuestra interacción a través de la tecnología, y hemos aprendido a no tolerar la espera. Ojalá el nuevo decenio también nos alerte sobre la necesidad de incorporar una mayor calidad humana a nuestras relaciones sociales.
Flor de Loto: La vida tiende a volverse instantánea.